El nombre de los números


         El azar es un gran misterio. No está gobernado por ley alguna y es impredecible. Casi todo el mundo en Melilla llama a los números por un nombre. Las personas que compran lotería en nuestra ciudad buscan la casa (64), la pipa (61), la escalera (74) o el verde (13). Hay una ciencia, nada exacta en la búsqueda de estos números y también una agrupación misteriosa de algunos números que en una misma semana, o en un periodo corto, tocan casi en todos los sorteos disponibles. En las dos últimas semanas, los números 64 y 74 han tocado tanto en la ONCE, como en La Caridad y en la Lotería Nacional. Incluso el 13, que tiene mala fama en algunos aspectos, es un número frecuente en los premios de la lotería. Esta extraña coincidencia de las loterías, ha hecho que las terminaciones acabadas en 4 y 3 sean las más buscadas en los últimos días.

                El borrego, el 98, es un número muy buscado cuando se acerca la fiesta musulmana homónima. Cada cual tiene sus preferencias y busca sus números. Hay algunos muy demandados como el matrimonio (81), la breva (49) o el San Pedro (29), independientemente de que toquen o no,  y otros que casi no se compran o es muy arriesgado hacerlo, como la muerte (00), o la porquería (86). El toro (39), la mudanza (69) por aquello del cambio de posición, y la jarracuca (82), que nunca he logrado saber qué cosa es. El picapica/piojo (62) y la cebolla (63), son también muy buscados y suelen salir con bastante frecuencia, incluso muy por encima de otras terminaciones.

               Existe en Melilla toda una ciencia inexacta acerca de las loterias. Muchas veces he oído decir, a un vendedor o a un cliente, que tal o cual número lleva tiempo sin salir. El número se queda en mi cabeza, observo los premios y acaba tocando más temprano que tarde. Las coincidencias entre sorteos es otras circunstancia muy llamativa, y difícil de explicar. ¿Tocan todos los números?.

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Historia de dos mujeres en Melilla


         Ángeles Ronda y Mª de los Ángeles Bergés

     Las mujeres siempre han quedado desamparadas en épocas de guerra. Los maridos y progenitores o morían en el frente o eran víctimas de la represión política. Sobre ellas se cernían la peores consecuencias de la represión. Eran inmediatas víctimas de la pobreza y de la indefensión. Sin embargo frente al inhumano mundo de los hombres y de la sociedad patriarcal, solían salir a flote, tanto ellas como su prole. Una mujer, una madre, salvo excepciones, no abandona nunca a sus hijos. Este es el caso de Mª de los Ángeles Ronda Castilla, esposa del sargento legionario José Mª Fernández Cloux, y de su hija Mª de los Ángeles Bergés Ronda. La primera luchó por sacar adelante a sus cinco hijos, en una vida matrimonial con muchas dificultades, y sobre todo, tras la ejecución de su marido en 1938.

             La hija de ambos, Mª de los Ángeles Bergés Ronda, fue la depositaria de las confidencias de su madre, la que vio o intuyó cómo su madre pudo sacar adelante a sus hijos, en el perverso y vengativo mundo de la España de Franco. Una mujer con cinco hijos (Ángeles, Amparo, Antonio, Julio y Luis), tenía muy pocos caminos para salir adelante, cosa que sin embargo consiguió. Una red familiar, de vecinos y de amigos, se dedicaba a ayudar en lo posible a las familias de las víctimas de los represaliados, jugándose la vida, arriesgándose a que los espías y esbirros de Falange cayeran sobre ellos, y les hicieran pagar por culpas que no habían cometido.

                  Mientras la madre se hundía en la depresión, una niña, que jamás perdió la sonrisa, Mª de los Angeles, se convirtió en el ángel guardián de su padre. Era la única que recorría a pié la distancia entre si casa (barrio del Real o Cabrerizas), y el Fuerte de Rostrogordo, en dónde su padre estaba preso desde 1937, tras ser trasladado desde el acuartelamiento legionario de Taouima. Ella iban andando sola hasta el fuerte, y entraba en él pese a ser menor de edad. Temía  a los negros cuervos que por entonces poblaban el histórico fortín. Hasta el día de su muerte estuvo dominada por esas pesadillas. Su gran deseo, su legado, fue conservar la memoria de lo sucedido con su padre y buscar una explicación que jamás le dieron. Tampoco la compensaron nunca, ni le pidieron perdón, ni obtuvo reconocimiento alguno de las autoridades de Franco. Ni entonces, ni ahora.

                 Ni esta historia, ni casi ninguna otra, se ha contado todavía. No son el tipo de recuerdos ni de memoria que se promueve en Melilla. Aquí solo interesa la hagiografía militar y la historia de Las Campañas. Eso es lo que se promueve y recompensa, pero si de alguien hay que sentir orgullo, es de estas mujeres y de estos nombres. Ellas conservaron vivo el legado de sus familiares, de sus padres, de sus abuelos. Nadie más lo cuenta. El Alminar sí. Esta historia sólo ha empezado a ser contada.

                PD: En 1956, tras la muerte del dictador Stalin, se declararon nulos todos los juicios del Gran Terror. Se rehabilitó el nombre de los 800.000 fusilados y sus familias fueron recompensadas. Hoy existe la asociación Memorial, patrocinada por el Gobierno Ruso, que se dedica a recuperar los nombres de todos aquellos que fueron víctimas de la cruel represión estalinista. En España, en 2014, se niega el derecho de las familias a buscar y enterrar dignamente a sus padres o abuelos.

             Nota: https://elalminardemelilla.com/2014/03/31/el-doble-castigo-del-legionario-fernandez-cloux/