El mal de la rotonda o rotondismo
Se han extendido como una plaga por todo el mundo. Si son grandes y amplias no suele haber problemas. Circular por ellas no es difícil. En Madrid se encuentran desde hace mucho. Son plazas circulares o glorietas, grandes y espaciosas. En Melilla no hay espacio. Las rotondas suelen ser pequeñas, y en muchas de ellas se permite el aparcamiento, lo que reduce la zona de circulación. Muchas son realmente un estorbo, y obligan a hacer giros muy forzados. En otras, situadas en un punto tangencial a la calzada de circulación, constituyen más una molestia que ayuda al tráfico rodado. La rotonda de acceso al Barrio del Tesorillo por la calle Fernández Cuevas, organiza unos embotellamientos en las horas punta, cuyos efectos se notan hasta la Base militar de Alfonso XIII.
Un imprevisto, un exceso de velocidad de entrada, un coche que se queda parado en el momento más inoportuno y…BLAM, el golpe está asegurado y para empeorar las cosas, porque siempre pueden empeorar, algunas son de ladrillo, bien rellenas de tierra y entonces el destrozo sobre el coche es aún mayor. La mayor parte de los golpes en ciudades suelen producirse en rotondas. Algunas provocan efectos engañosos, pues el automóvil que circula en línea recta en dirección a la rotonda, puede pensar que el coche que circula por ella está más lejos y va más despacio, de lo que en realidad lo hace, produciéndose también alcances. Hay una potencialmente peligrosa, la de acceso al Puerto Deportivo, en la que se se produce una falsa sensación de línea recta, porque la rotonda queda muy a la izquierda, y no se ve el vehículo en giro, hasta que no se está encima de ella, lo que provoca bastantes frenazos y sustos.
Notas: https://elalminardemelilla.com/2011/06/15/el-rotondismo/, https://elalminardemelilla.com/2011/07/13/la-mega-rotonda-de-alfonso-xiii/