Cuando el asfalto es puzzle


             No hay una sola calle en Melilla que esté en perfectas condiciones de principio a fin. El encadenamiento de obras, sin aparente coordinación, ha convertido las calzadas de la ciudad en una sucesión de obstáculos y dificultades para la conducción. Todo está lleno de costurones, de cicatrices y de remiendos. Baches, diferencias de nivel, rellenos de cemento, asfalto mezclado con cualquier otro material de parcheo. Un aspecto deplorable. Se acaba una calle y se vuelve a abrir pasados algunos meses y por el mismo sitio, si es posible. Si había asfalto se parchea con cemento y si había cemento se rellena también, hasta tal punto que el firme cede, se abren enormes agujeros, socavones y vuelta a empezar.

                  Esto ha sucedido en la avenida de La Marina española, en dirección a la Delegación del Gobierno. El pavimento ha cedido, tras semanas venciéndose, y se ha producido un agujero. Pasar por allí ya resultaba peligroso para las ruedas y para la seguridad del vehículo. La zona se ha acotado, porque el hundimiento en el último día convirtió ese punto en un lugar impracticable.  Las cosas nunca están tan mal como para que no puedan seguir empeorando y un poco más atrás, el estado del antaño «firme», hace presagiar un horizonte nada prometedor para la conducción.

               Es este punto de la avenida de La Marina española, frente a la Casa del Mar, el pavimento presenta tres características diferentes (cemento a la derecha, adoquinado en el centro y asfalto en la izquierda), o en situación inversa según hacia donde se circule.

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