- Oratorio provisional
- Pasajeros en el suelo
- Embarque y zona de juegos
- Instante de oración
- imagen del rezo
En la Estación Marítima suceden cosas extrañas, porque hay cosas que desaparecen y aparecen sin mayor explicación. Es ya difícil fijarse en todo, porque no se da a basto. Son demasiadas cosas y también cansa estar pendiente de todo. Melilla vive en la anarquía, en el sálvese quien pueda, y solo se mueve al ritmo de la inercia. La Estación Marítima es un auténtico caos, con todo a medio hacer y envuelta en la gestión más ineficaz de la historia de la ciudad. Por su propia definición, una estación de transporte es solo eso, un lugar de paso. Para convertirla en algo más, un lugar de ocio, hace falta gestionar y estar atento a todo, y aun así es muy difícil, porque estamos envueltos en medio de una crisis profunda. La estación María Zambrano de Málaga, es además un centro comercial y de ocio, pero también empiezan a verse ya locales cerrados, y mucha menos gente que hace unos años transitando por sus inmediaciones. Eso sí, la zona de embarque a los trenes está completamente aislada y no se puede acceder a ella. La estación marítima de Melilla tiene un parque infantil, que es lo único que le da vida, dividida por la zona de tránsito del pasaje, lo cual resulta cuando menos paradójico. Muchos días no hay luz hasta las ocho de la tarde en la zona infantil, otros no funciona el aire acondicionado o las escaleras mecánicas. Todo esto lo hemos contado ya.
No resulta tampoco lógico que no haya zonas de descanso, o asientos, en la parte baja, en donde se sacan los billetes de las distintas navieras. La gente no tiene más remedio que tirarse en el suelo a descansar, y eso no es atractivo ni cómodo. Parece que molesta que la gente se sienta cómoda en los sitios, y cada vez son menos los lugares que tienen sitios en los que sentarse. En los centros comerciales, en las franquicias, en los supermercados, no hay un solo banco disponible. La única opción es estar de pie y marcharse de allí cuento antes. Solo quieren al consumidor para que compre, se deje el dinero y se marche lo más rápido posible.
El rezo islámico.
Sabida y conocida es la obligación musulmana de rezar cinco veces al día, en cualquier lugar, sin que necesariamente este sea un tempo, oratorio o mezquita. Tan eficaz es la oración en un lugar como en otro. No sé si existe algún tipo de eximente, a la práctica de la oración, según se esté de viaje, o en medio de una plaza pública. La discreción y la privacidad debe imperar en un acto así. Realizarlo a la vista de todo el mundo, de cualquier manera, debe resultar «un poco incómodo».
Por este motivo, días atrás, puede fotografiar en la incómoda estación marítima de Melilla, un improvisado oratorio para musulmanes, y en principio me pareció una buena idea, pues estaba en una zona alejada del tránsito. En Almería existe una pequeña sala de oración, colocada en un lugar poco llamativo. En el caso de los cristianos, como no existe la obligación de rezar en determinadas circunstancias y horas, no resulta necesario que se instalen capilla o imágenes sagradas en los aeropuertos o en las estaciones de tren, autobús, o barco.
No sé si en los países musulmanes existen estas salsas de rezo en todos los lugares públicos, para los muy religiosos o los cumplidores rigurosos de los preceptos islámicos. Quizá en Melilla, en Almería, o en otras ciudades frontera como Ceuta o Algeciras, existan oratorios de este tipo. El caso es que lo que un día pude fotografiar y me pareció bien, ya no estaba al siguiente, y la gente volvió a rezar en el suelo o de cualquier manera.