Las puertas del infierno


El Monasterio del Escorial tapona una de las puertas del infierno

Tras la creación del Universo, Dios y toda su corte celestial descansaban por cualquier lugar, contemplando y vigilando tan inmensa obra. Los problemas surgieron desde el principio y Adán y Eva no duraron mucho en El Paraíso, tras comer Adán la irresistible manzana que le ofrecía su compañera. Antes o después, no se sabe en qué momento, estalló una gigantesca rebelión en el Reino de los Cielos, y Luzbel se enfrentó con otros cuantos ángeles, al mismísimo poder de Dios. Todo está muy bien descrito en el poema romántico de Milton: El Paraíso perdido. No ahondaremos más en eso. El caso es que Miguel, el más poderoso de los arcángeles (solo hay cuatro con nombre), dirigió a los ejércitos celestiales y obtuvo la victoria, siempre temporal, sobre sus antaño compañeros. Todos fueron arrojado al interior de La Tierra, al Reino de «las tinieblas».

Las leyendas cuentas que en el mundo se abrieron 7 bocas que conducían directamente al Reino del Averno, una es la que hay junto al lago de este nombre en Italia. Lo que no conocía, o no había leído nunca, es que una de esas 7 embocaduras del Reino de la oscuridad y de la sombra,  estaba junto al monte Abantos, en El Escorial,  vamos,  justo en frente de lo que ha sido la casa de mis tías en San Lorenzo del Escorial. He contemplado durante 40 años ese monte, y no podía imaginar que escondiese semejante secreto, aunque ahora sí entiendo el porque de esos «endiablados» vientos que provienen del monte Abantos, que ha sido coronado en diversas ediciones de La Vuelta Ciclista a España. El viento del Abantos asusta y mucho, y su bramido es realmente infernal. Son muchas noches las que he dormido, junto a mis tías, en la habitación enfrentada al monte Abantos, y escuchado el ulular del viento que desde azota. Es una montaña (1753 metros) que domina todo el Escorial, en una curiosa similitud con Melilla y el Gurugú. Toda ciudad que se precie, tiene su monte mágico.

Dicen todas las crónicas y leyendas, que Felipe II escogió cuidadosamente el emplazamiento del Monasterio, conocedor de la leyenda y que una de sus pretensiones, fue taponar una de las 7 bocas del infierno. Dicen también que en los primeros años de trabajo de la edificación del Monasterio, un inmenso perro negro aullaba por las noches y atemorizaba y espantaba a los trabajadores, por lo que el Monarca cristiano ordenó su captura y muerte. Cuentan también que este perro era nada más y nada menos que el Can Cerbero, el guardián de las puertas infernales. Este hecho reafirmó al Monarca en la elección del emplazamiento para su obra y exclamó: si el diablo no quiere que lo hagamos aquí, hagámoslo aquí. No se sabe si Cerbero fue muerto o espantado del lugar.

He encontrado un antiguo blog, de solo dos entradas, que pretendía recopilar sucesos mágicos y extraños en El Escorial, y que luego no tuvo continuidad. También aparece este relato en el número especial de la revista Más Allá, dedicado al Infierno, y editado este mes.

Nota:  (1) http://sucesosjj.wordpress.com/1-sucesos-misteriosos/1-2-el-monasterio-del-escorial-la-puerta-del-infierno/

(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Monte_Abantos

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16 comentarios en “Las puertas del infierno

  1. Curiosa e interesante historia. Las leyendas siempre gustan porque generan un misterio alrededor de la vida del personaje, y del Infierno…. hay tanto por decir, y ultimamente tan de actualidad. Muy buenas las dos entradas, la anterior y esta. Buena línea.

  2. Quien busque aquí algo distinto, lo encontrará. Ese es nuestro secreto, y además, está expuesto a la vista de todos. Las líneas son diferentes, aunque existen conexiones entre ellas. Todo se relaciona siempre. Todo conecta con algo anterior, aunque a veces pase desapercibido incluso para el propio autor.
    El tema del infierno está de moda, pero solo para la literatura. Ya no se tiene miedo a nada, a cosas invisibles. Apenas hay conciencia de culpa, ya nadie admite errores, ni las consecuencias de sus actos. Todo el mundo cree hacer lo bueno, aunque se sea el peor de los malvados.
    Hubo un tiempo en el que existía la esperanza de que «los malos», arderían para siemrpe entre las llamas del fuego eterno. Hoy ya no. Lo bueno o lo malo está aquí, a la vista de todos.
    Unos pocos han hecho de La Tierra su «paraíso terrenal», se han quedado con todo el dinero del mundo, y han dejado el infierno para el resto. Esa es la realidad.

  3. Hace unos días, en la entrada del «fantasma de la ópera», incluía una escena de la película Amadeus. En el inicio, Mozart, pregunta a Salieri: ¿Creéis en un lugar así, con un fuego que nunca se extingue?. Sí, responde sin dudar.

  4. En el infierno se puede no entrar. Podemos mantenernos alejados de él, del diablo, y de sus seguidores. El Alminar es la llama que luce y brilla en medio de la oscuridad reinante. Que nadie piense que a mí no me cuesta mantenerla encendida. A veces el aceite es escaso y la luz brilla poco. La tentación de rendirse acompaña siempre al que lucha por encontrar un camino propio. Nadie se librará nunca de la angustia o de la duda, pero hay que saber vencerla o convivir con ella. Nunca se debe entrar en luchas en las que sabemos que no podemos vencer.
    Que nadie sea tan vanidoso que piense que al diablo se le puede vencer o convertir. Lo mejor es alejarse lo más posible de cualquiera de sus muchos aspectos y de cualquiera de sus tentaciones, que son infinitas.

  5. Convertir no lo creo, pero sí se puede vencer al diablo. Con fe sobre todo, y con fortaleza interior también.
    Hoy el evangelio habla de esa luz que brilla, para quién quiera verla.
    «No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
    Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.» Lucas 8,16-18.

    Todo les llegará, paciencia.

  6. Interesante entrada Hospitalario.De pequeña tenia pavor al infierno y al diablo.Recuerdo que los mayores nos asustaban con que si nos portabamos mal,iriamos al infierno.De mayor creo que el diablo, somos cada uno de nosotros, el Ying y el Yang dentro de cada ser individual.Será que como tú bien dices ya no nos asusta nada o quizás nos asuste todo ¡Quién sabe!.Y sin lugar a dudas (para mí), el infierno está aquí, lo que vivimos día a día.Por cierto hace unos días ley la leyenda de «Hello Kitty»», esa gatita que hace tan feliz a tantos niños.La verdadera historia de Hello Kitty – YouTube.¿Estamos locos?A propósito ahora la casa de tus tias, es vuestra espero que la disfruteís.Por si acaso no vayas al Monte Abantos (Es una broma).

  7. Gracias Laura. Es una buena idea: organizar viajes al monte Abantos y al Monasterio del Escorial, con fin de semana en casa de mis tías. Puedo hacerme promotor de viajes de calidad. Voy a pensarlo. Quizá también le interese a la Ciudad Autómata.

    • Me estáis asustando con tanto demonio… Me hacéis recordar la enseñanza nefasta que tuve de la Iglesia Católica y sus amenazas con el infierno, los premios y los castigos. Enseñanzas nefastas que forman hombres y mujeres irresponsables y miedosos que, o bien se inhiben de hacer algo por cobardía en vez de por el perjuicio que pueden ocasionar, o bien hacen alguna cosa por soborno, afirmando que hacer esa cosa no merece hacerse por sí misma.
      Diablos o no, lo que no puedo imaginar ni aceptar es a Dios ejerciendo un acto de odio tan grande como sería el castigo con los infiernos míticos.

  8. No soy teólogo, Isa, ni tampoco creyente en el sentido católico romano del término. Te puedo responder pero de un modo abierto. Lo que planteas es muy profundo, y tiene decenas de aristas y bifurcaciones. El Mal se escoge, y se hace, no se crea. No es achacable a Dios, o al otro, su existencia. Es verdad que el catolicismo franquista hizo un daño terrorífico a la misma Iglesia, y a la doctrina a la que decía representar o servir, pero tampoco eso exime de culpa individual o colectiva. Cada cual hace lo que hace, y debe responder por ello.
    Yo distingo entre el daño que se causa en un momento dado, sin intención alguna de hacerlo, y el daño que se hace de modo gratuito, con el único fin de dañar. Con nuestras decisiones, con nuestros actos, en una situación determinada se puede causar daño, pero la voluntad debe estar en repararlo y en evitarlo en el futuro.
    Dios no puede ser declarado culpable por la rebelión de Luzbel y sus seguidores. Muchas veces, vemos que alguien se está equivocando, o haciendo daño con sus acciones, y no podemos evitarlo, porque hay gente que no acepta ayuda, y también debemos respetar su «libre albedrío». El conocer y saber que alguien se equivoca, no nos convierte a nosotros en cómplices de esa acción. La culpa de una acción solo recae sobre el que la lleva a cabo, y por ella debe responder.
    ¿Nadie puede ser tan malvado como para merecer las llamas del fuego eterno?. Te contesto que sí, Isa. Todos los nazis, todos los miembros de las SS que exterminaron a 12 millones de personas en Centroeuropa y en Europa Oriental, merecen como mínimo, un castigo así. Y las llamas eternas, no alcanzarían a compensar todo el daño que causaron. La lástima es que no creo que exista la posibilidad de un castigo tan merecido.

    • Verás: en un comentario anterior me pareció que relacionabas el no sentir «culpa» con no creer en el infierno, por eso hablé de malas enseñanzas. Me parece que si la barrera contra el mal de una persona es el miedo al castigo (de aquí o del Cielo) es que no tiene ninguna formación, que no ha aprendido valores éticos o humanos. Creo que esos valores se pueden enseñar desde la niñez, se puede enseñar
      que merecen la pena por ellos mismos, como forma de vida satisfactoria.
      Después ocurre que aun con una buena formación, a lo largo de la vida se van acumulando muchos condicionantes que hacen optar por una u otra decisión. Eso hay que tenerlo en cuenta para no culparnos en exceso, que tampoco es bueno (ni a los demás) aunque la decisión haya sido tomada con el libre albedrío que tenemos.
      Respecto a los nazis, es cierto que resulta incomprensible como se puede llegar a esos niveles de maldad y asusta como el mal puede ser tan contagioso entre quienes lo rodean (autores indirectos) A veces me pregunto que hubiera hecho yo, de haber sido alemana entonces.
      Pero insisto, no creo que Dios pueda castigar a los nazis ni a nadie con el fuego eterno. Seguro que tiene otros métodos, alejados del odio que podemos sentir los humanos y que se nos escapan, para resolver algo tan complicado.
      Como Laura, pienso que el infierno está aquí. Y vosotros tenéis una buena muestra bien cerca: en el monte Gurúgu.

  9. El infierno es un tema que interesa, y a veces pienso que no me importaría tanto la no existencia del Cielo, como la ausencia del infierno. Obviamente creo que ninguna de las dos cosas existen, en los términos en que están planteados, por cualquiera de las religiones existentes.
    El problema es que la gente relaciona la no existencia del infierno, con la permisividad de cualquier acción, por muy reprobable que sea. Casi todos quieren ser recompensados por sus buena obras, pero nadie quiere ser reprobado por las malas. Nadie acepta las culpas ni las consecuencias del mal que se hace; y aquí llegamos a otro tema muy interesante.
    Por el Bien se obtiene un beneficio casi inmediato, y sin embargo por el Mal el castigo, si llega, es tan dilatado, que nadie le teme.

  10. Y claro que Laura tiene razón, pero también hay un tipo de Mal que es superior a todo eso. El Gurugú me parece demasiado lejos, para lo cerca que está el infierno algunas veces. Nunca des nada por supuesto, Isa. Ocurre que a veces hay cosas que prefiero no saber, ni comprobar su posible existencia. Sobre cualquier duda, pregúntame, como haces hasta ahora. Si alguna vez sientes ira, espera a que se disuelva antes de decidir o hacer nada.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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