Un día en el cementerio de Melilla


                        El silencio sobre algunos «de los muertos»

Solo algunos de los muertos de La República tuvieron la suerte de ser enterrados en tumbas individuales, porque tenían familias que movieron papeles, porque algunos tuvieron quisieron recompensarles en la hora de la muerte, aquellos favores que probablemente les hicieron en vida. Para casi todos los casi 300 ejecutados entre 1936-1939, pesó la anónima losa del silencio, y luego la el posterior olvido en la fosa común. Ahora se proclama que el cementerio de Melilla debe ser declarado como «Cementerio Nacional de Héroes». ¿De qué héroes hablamos, de los que fueron forzados a entregar sus vidas en guerras coloniales de Marruecos, defendiendo intereses comerciales disfrazados bajo el amor a La Patria, o de los héroes de verdad, de todos aquellos que defendieron la legalidad del legítimo Gobierno de La República en 1936?.

Los Héroes de La República

Ni una sola placa les recuerda, en ningún lugar del cementerio. No hay ninguna ruta editada en díptico sobre las pocas tumbas de aquellos que permanecieron leales a su gobierno y que todavía son reconocibles. Solo el interés de algunos mantuvo la débil memoria de aquellos que fueron destinados al olvido. A lo largo de décadas, era un ejercicio de riesgo el acercarse a depositar flores en las tumbas o en las fosas en las que estaban enterrados los represaliados por la Dictadura de Franco.

Los héroes de las guerras coloniales, sobre cuyo grado de heroísmo o de valor nadie duda, tienen espléndidos panteones, bien cuidados, en los que no falta ningún nombre. Por ello, resulta una afrenta la presuntuosa y pretendida catalogación de nuestro cementerio, cuando una de las más negras páginas de la historia de Melilla y de España, sigue sin cerrar, y lo que es peor, sin escribir. La losa del silencio sigue pesando demasiado. No se trata de distinguir a unos muertos sobre otros, pero sí de reconocer e igualar, a los que todavía yacen sepultados bajo el anonimato más espeso e inamovible.

Según se sube hacia el panteón de los Héroes de Monte Arruit, a mano derecha, se encuentra una fosa común, a la que fueron arrojados los restos de cientos de represaliados, entre otros, el socialista y ex sacerdote Diego Jaén Botella. Ni una sola lápida, recuerda su presencia allí, entre otros miles de restos. Lo mismo sucede con el llamado, pero no identificado «osario militar», situado en la parte posterior de una parcela propiedad de La Legión. Allí, se cree, que están los restos sin identificar del comandante Virgilio Leret Ruíz y del capitán Luis Casado Escudero.

PD: Los mallorquines Pablo Ferrer Madariaga y Luis Rotger Canals, comandante y capitán, fueron los últimos ejecutados de 1936. Ambos tienen tumbas individuales, son una de las pocas excepciones al espeso olvido al que fueron relegados. Este artículo me fue publicado en mallorquín, en el Diari de Balears, el 14 de noviembre de 1999.

Para unos todo el honor y el recuerdo, para otros el olvido y la nada.