- Sobre el agua
- Sol de julio
- La antorcha del cielo
El Sol de julio también se oculta, aunque encendido como una antorcha. Su color rojo deja ver que ha convertido el aire una densa masa cálida y ardiente. Ese Sol recuerda a la profecía de Malaquías: Llegará un día semejante a un horno encendido, en que los impíos arderán como la estopa. Durante mucho tiempo, a los excesos de los poderosos solo se les ponía el límite de la justicia divina, porque en la humana no ha confiado nadie nunca, por mucho que haya que decir otra cosa.
La frase la leí hace tiempo en una novela titulada «Los Leones de Al Rassan». Parece que no dice nada, pero sí. Como todo, puede aplicarse a muchas cosas, pero encierra una verdad imposible de ser obviada. Es sencilla
Julio y su Sol convertido en una tea, en una brasa suspendida del cielo, impone un ritmo más lento, una parsimonia mayor a la hora de hacer las cosas, sobre todo, porque detrás de su paso está el mes de agosto.
El Sol de julio se pone incluso para El Alminar. Siempre quedaran historias por contar y a las que prestar atención. En los últimos días hemos saldado cuentas pendientes. Una parte de lo que tenía que ser escrito, ya lo esta. Ahora es necesario no pensar más.
El mes de San Fermín, San Santiago y Santa Ana ( entre otros) está llegando a su culminación, aunque aún quedan algunos días antes de entrar en el ardiente agosto.
Siempre he preferido el verano, pero se hace tan corto.
Queda mucho verano por delante. Agosto es un mes ardiente e igualmente largo. Mi mes preferido de verano es septiembre. Los últimos días de playa en septiembre son inigualables.
la luz cayó sobre la sombra del silencio, el trabajo merece el descanso, y el sol del interior brilla de nuevo sobre la verdad… él es necesario un tiempo para todo, demasiado trabajo, pide muchos descansos, qué bonito espectáculo, sería feliz de poder comtemplarlo un día…
Nador un día de un agosto
Llegó el esperado verano
con su agosto muy tórrido.
El sol madrugaba mucho
y aparecía sobre el Atalayón
hermoso como un naranja.
En la Mar Chica de aguas
plateadas sus alegres olas
besaban la orilla con amor.
Avanzaba la tarde calurosa.
Los obreros sudaban a chorros
trabajar en la calle y en obras
era un suplicio pero lo hacían
aunque tuviesen que cumplir
con el mes sagrado del Ramadán.
Como buenos creyentes y rifeños
sabían adaptarse bien al medio.
En los cafetínes del bonito Paseo
de la Palmeras los que podían
y los enemigos de la santa siesta.
Jugaban al parchís y hablaban
de temas recurrentes mientras
tomaban un té con hierbabuena.
La buena sombra y el aire fresco
procedente de la mar hacia más
llevadero el transcurrir del tiempo.
Se puso el sol y el camión regadera
regaba sin cesar toda la población
y un enjambre niños corría tras él.
Hizo su aparición la noche luminosa
se abrieron ventanas y se subieron
las persianas de color verde manzana.
La gente sencilla salió de sus casas
y se sentaron en sus sillas de anea.
Y en el patio interior de una casa
de gente humilde todos se sentaban
en torno a la mesa para la cena.
Pescado recién frito y de postre
una hermosa sandia de la Restinga.
Mientras miraban asombrados
un océano inmenso azul celeste
y presidiéndolo la bella sultana
la luna llena cubierta de alhajas
acompañada de una gran pléyade
de vistosas estrellas muy elegantes.
Me ha gustado esto que has escrito, Nadorense. Evocas tan bien el verano en tu ciudad, la stisfacción de la vida sencilla, que por un momento me he sentido jugando al dominó disfrutando del cafetín junto al mar, y mirando la luna después de haber comido sandía.
un gran poeta nació en España todo el mundo de alminar gusta lo que escribes Nadorense, fui la primera por manifestarme, él allí tendré mucho otros… yo soy francés, yo pongo tiempo a traducir, pero tomo mucho féliz desde el principio por leerte !