- En el cauce
- Puente de Hidúm, lado Oeste
- Puente de Hidum, lado Este
- Puente General Marina
- Barandilla Puente de Hidúm
Y tiro porque me lleva la corriente
La corriente se lo lleva todo en Melilla, hasta los puentes. Es curioso ver como los antiguos aguantan, aunque debidamente reformados, conservado apenas su nombre, y los nuevos se desmoronan y no tienen ni siquiera nombre. Es muy raro que los temas surjan solos y luego desaparezcan, por lo general se relacionan y una cosa suele llevar a otra, en este caso son los puentes. Es frecuente que en el Alminar los temas se encadenen, tanto en dúos como en triadas, porque siempre hay algo más que decir de cualquier cosa de la que se hable o escriba. La entrada sobre los puentes ha creado casi más confusión de la que ha pretendido aclarar, aunque todo será resuelto en los próximos días. He realizado un recorrido por los puentes urbanos de Melilla y los veremos todos por orden y nombre (los que lo tengan).
La barandilla vencida, del puente sin nombre
En esta zona confluyen los cauces del arroyo Farhana y el Río de Oro, en su nuevo encauzamiento. El puente no tiene nombre, pero establece una frontera física e invisible en la ciudad de Melilla. La mita de la población no suele pasar de este puente hacia el interior del Distrito V. El puente une, desde hace poco más de una década, la carretera de Farhana con la de Hidúm. Por su simbolismo me recuerda al puente de «Las Naciones», que construyeron los rusos, para unir el entonces territorio soviético, con Afganistán, en la invasión soviética de la década de 1980.
Se trata de un puente algo feo. Melilla no es una ciudad de puentes hermosos. Los ingenieros militares, tan alabados en múltiples edificaciones, no se esmeraron con los puentes, pese a ser uno de los campos señeros de la ingeniería militar española. España es un país de puentes bellísimos. Así pues, en busca de los puentes urbanos de Melilla, este debe ser de los últimos construidos, me he encontrado con este puente, que nunca había fotografiado. La barandilla se ha seccionado por su base, y un amplio tramo ha caído al cauce. El resto que queda en pie, se mueve de manera ostensible, y con apenas un leve empujón, o alguien que tropiece y caiga sobre ella, irá al mismo lugar que la parte ya caída, al fondo del río. Al puente del General Marina le falta un trozo de barandilla, y a este también.
Es una constatación de una evidencia: Melilla se desmorona.