La crisis azota por todos lados. Hay que mantener a salvo los empleos y los negocios. Vivimos en una sociedad basada en el consumo. Es una rueda que si se rompe por alguno de sus radios, hace colapsar todo el sistema, que es lo que está sucediendo. Los domingos llegan a Melilla y cierra casi absolutamente todo. Echar gasolina, comprar una bombona de butano, que suelen acabarse los domingos, o o comprar algún producto básico se convertía en una odisea. Cuando el gasoil y la gasolina era más barata en Melilla que en Marruecos, decenas de coches procedentes del vecino país entraban a nuestra ciudad a llenar los depósitos de combustible. Para impedir aquello se cerraron las gasolineras los domingos, allá por 1996. Luego se ideó lo de la «gasolinera» de guardia, al igual que las farmacias (en la península hay ya farmacias abiertas en horario completo).
Los nuevos tiempos exigen nuevas medidas y nuevas fórmulas y esta gasolinera, cuyo propietario es Francisco Aragüez, ha decidido abrir los domingos. Tiene previsto ofrecer próximamente el servicio de bombonas de butano, y una pequeña tienda con productos básicos de primera necesidad. Vamos hacia un mundo duro en el que hay que luchar por cada euro. En este caso es el propietario el que está al frente del surtidor de gasolina.
Hacen falta iniciativas y sobre todo, no golpear más la capacidad de consumo de aquellos que sostienen la economía, que no son otros que los consumidores, pertenecientes en su mayoría a la clase media. Están rompiendo la rueda por los mismo radios, y al final implosionará.