La cuestión de los vados


Vados en Melilla

                 En Melilla es difícil aparcar, como en cualquier otra ciudad. Para garantizarse el aparcamiento, o un tiempo determinado durante una franja horaria, existe los vados, entendiéndose por vado en la vía pública toda modificación de estructura de la acera y bordillo destinada exclusivamente a facilitar el acceso de vehículos a locales sitos en las fincas frente a las que se practique. Hay vados permanentes y otros limitados, generalmente para carga y descarga. En nuestra ciudad, la señalización de los vados es confusa. En Almería, junto a la licencia municipal, se instala una pequeña placa metálica, en la que figura el número del año correspondiente. Así se sabe si ese vado está vigente o  no. El vado debe estar apoyado por la pintura amarilla en el bordillo de la acera y esto nos lleva a una nueva cuestión, y es la del tamaño del mismo, que en principio debe ser el mismo que el de la embocadura del garaje al que se debe acceder. Ocurre también, que en algunas zonas, si la zona de vado coincide con el de la puerta a la que se pretende acceder, y dada la estrechez de algunas calles, la maniobrabilidad no existe, por lo que algunos pintan la zona amarilla un poco más de la cuenta. La sensación, como viene siendo habitual en nuestra ciudad, es la que todo funciona con demasiada manga ancha. Las licencias de garajes y habitabilidad se conceden con excesiva benevolencia, sobre todo en las nuevas construcciones de los barrios del Real, Monte de La Libertad, Tesorillo, Cabrerizas, El Rastro y luego aparcar resulta toda una hazaña. Hay que regular con cierto criterio y luego vigilar. La pregunta es: ¿ Cómo se sabe si una licencia de vado está en vigor?.  Este que muestro es de la avenida de  Castelar, pero podría ser de cualquier otro lugar de la ciudad.

Un comentario en “La cuestión de los vados

  1. Los vados deben estar apoyados por señalización vertical, y por la pintura del bordillo. El estado de los mismos en Melilla es de total confusión. No son capaces de gestionar nada en condiciones y de modo completo.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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