- Torre de Justicia
- Sentencia caso Malaya
Los hombres se decían unos a otros: ¿Qué provecho hemos sacado de haber guardado los mandamientos, y haber seguido tristes la senda del Señor de los ejércitos?. Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios; pues viviendo impíamente hacen fortunas y provocan a Dios, y con todo quedan salvos. Y Dios estuvo en silencio y escuchó, hasta que dijo: En aquellos días en que yo pondré en ejecución mis designios, vosotros mudaréis de parecer y conoceréis la diferencia que hay entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y no le sirve. Carta de Malaquías.
El relativismo absoluto, la falta de códigos morales, éticos o de cualquier otra índole, llevan a la pérdida de la conciencia. La conciencia se anula y ya nadie cree estar haciendo nada malo. Los italianos, que saben bastante de corrupción han desarrollado un concepto exacto para describir esa falta de mala conciencia ante actos y acciones de naturaleza reprobable, es el de moral paralela. Y lo han hecho porque esas personas, adoptan comportamientos religiosos rigurosos y se manifiestan como personas de una piedad extrema. No creen estas haciendo nada malo, ni reprensible, no ya judicialmente, sino incluso sociálmente.
Jaume Matas, ex presidente autonómico balear, defiende su inocencia incluso después de haber sido condenado. Mª Antonia Munar, ex presidente de la misma autonomía, está en la cárcel proclamando su inocencia. El más reciente caso es el de la ex edil socialista Isabel García Marcos, que tras ser condenada por el caso Malaya, soltó esta increíble frase: ya estoy más cerca de demostrar mi inocencia. El ex director general de Trabajo de la Junta de Andalucía, Javier Guerrero, tras ser interrogado en el parlamento de Andalucía por malversar cientos de millones de euros en EREs (Expedientes de Regulación de Empleo) falsos, declaró: pero no soy un putero o un drogadicto. Con esto estaba dando a entender que cualquier de estas dos dos categorías desgraciadas, le parecían peores que desfalcar hasta el límite al Estado y a la Administración Autonómica. Podríamos llevar la lista ad infititum, pero lo que queremos decir ya está asentado con estos pocos ejemplos.
El Sermón de la Montaña
En el Sermón de la Montaña, Jesucristo ofrecía consuelo a aquellos que eran llevados a los tribunales de justicia por motivos religiosos, o que eran perseguidos por los poderosos, pero eso era la justicia del siglo I. La falsa denuncia, o el recurso a la justicia como acto intimidatorio es una cosa bien distinta a lo que estamos viendo ante nuestros ojos. La Justicia en España es democrática, no persigue a nadie de motu propio. Se necesita una denuncia previa a instancia de parte, y luego los jueces investigan, instruyen y dirimen la verdad de la falsedad, separando la cizaña del trigo, porque suelen crecer juntos. Las garantías de defensa son absolutas. Aun así, el poderoso siempre tendrá más medios de defensa que el pobre o el débil.
Hasta ahora, La Justicia en España era universal, cualquiera podía tener acceso a ella aunque no tuviese recursos económicos, con la denominada «defensa de oficio». Con todo eso ha acabado el partido gobernante y sus medidas de «tasas judiciales». Por tanto, no debe dar pena o lástima el poderoso o el político, cuando es llevado ante los tribunales bajo la sospecha o indicios de prácticas corruptas o administrativamente dudosas, aunque tampoco hay que celebrarlo. Tienen suficientes medios para defenderse, y si al final de todo el proceso resultan inocentes, pues son inocentes, y si resultan condenados, también lo seguirá siendo, según los ejemplos que hemos visto antes.
El séptimo mandamiento
Este mandamiento dice: No robarás ni codiciarás los bienes ajenos. Esto era muy simple hace 5000 años, cuando fueron dictados los mandamientos. Todo esto resulta muy laxo comparado con la complejidad de la vida administrativa actual. El delito monetario, la evasión fiscal, el ocultamiento de bienes mediante sociedades interpuestas, etc, ¿es robar?. ¿los bienes ajenos pueden entenderse también los bienes públicos o comunes?. La mala administración, la dilapidación, el despilfarro, la malversación: ¿entrarían dentro de ese concepto?. Aun contestando afirmativamente a las dos preguntas, son delitos muy difíciles de probar y de sancionar. No hay que albergar demasiadas expectativas, porque los jueces sancionan con las leyes que preparan los políticos.
PD: En estos casos estén siempre de lado de La Justicia, y sobre todo, no utilicen citas evangélicas para defender al poderoso.