En memoria de Giovanni Falcone


        Cada mes de mayo desde 2011, el día 23 detenemos El Alminar y lo dedicamos a la memoria del Juez italiano Giovanni Falcone, paradigma de la defensa del Estado frente a la delincuencia organizada. No lo hemos olvidado ni una sola vez desde hace cuatro años.  Su amigo y también juez Paolo Borsellino caería abatido unos meses más tarde, el 19 de julio de 1992. Tras ellos, tras sus asesinatos, el Estado italiano se tomó en serie la lucha contra el crimen organizado, da igual bajo qué nombres u organizaciones.

             Además de dotar a La Justicia y a las fuerzas policiales de los medios necesarios para la lucha contra este tipo de delincuencia, se debe crear una cultura del servicio al Estado y de la moralidad pública.  Si la gente percibe que el Estado y la Administración Pública no llegan a determinados lugares, que permanecen desamparados por siempre, se crea una zona de sombra, un territorio gris, en donde aparecen los «Estados paralelos», que no son otra cosa las estructuras organizadas del crimen. Esto era algo que decía el juez Falcone: si el Estado no llega a algún lugar, entonces llega esta forma paralela de Estado.

               La extensión de la corrupción y el concepto de que determinadas e indeseables  prácticas son normales, de que nada puede hacerse porque «todos son iguales» o porque «todos tienen un precio», son signos evidentes de la derrota de una sociedad y de la de una forma de Estado. Las formas de delincuencia organizada no van a desaparecer, porque se reinventan a sí mismas y se adaptan a cada tiempo, pero no pueden contaminar la esfera política con sus prácticas corruptas.

              En la películas de:  El enemigo a las puertas, el comisario político Nikita Kruschev pregunta sobre qué puede hacerse para evitar la que parecía la inminente derrota de Stalingrado.  A las consabidas respuestas de amenazas represivas, otro comisario responde: démosles esperanza, ofrezcámosles ejemplos.

              De esto se trata, de sembrar esperanza ofreciendo ejemplos. Resistir frente a este inmenso cenagal que se muestra frente a nuestro ojos resulta abrumador, un ejercicio de voluntad casi imposible. El ánimo está en quiebra constante frente a la avalancha creciente del lodo. Hay ejemplos y también un senda por la que transitar con dignidad, pero hay que buscarlos y buscarla, haciendo oídos sordos a los cantos ensordecedores de las sirenas de la corrupción.

               El ejemplo de sacrificio personal que siguen ofreciendo Falcone y Borsellino son una luz encendida en medio de la niebla. Una llama que no se ha apagado desde 1992. Busquen en El Alminar, y cada 23 de mayo encontrarán sus nombres.

          Nota: http://www.comune.cinisello-balsamo.mi.it/pietre/spip.php?article258

          Vídeo: http://youtu.be/ZV4PB0Gsw54

Anuncio publicitario

Los dos lados del Río de Oro


                     Es el mismo río, el mismo puente. En uno de los lados se extiende el duro y gris imperio del cemento, o la imagen que ofrece la Consejería de Medio Ambiente por la biodiversidad del cauce del Río de Oro. Al otro lado del puente, apenas unos metros más allá, todavía no han llegado las podadoras de la Consejería. Hace algunos años decidieron acabar con la poca biodiversidad que nos queda. Las placas de cemento se extienden desde la desembocadura del río hasta casi su mitad, hasta este lugar, conocido como el puente de Camellos. El lado Este ya no necesita cuidado ni mantenimiento. Ofrece una imagen gris. Es una naturaleza muerta. En el lado Oeste la situación es distinta. Hay vegetación, aves, agua, rebaños de ovejas, cañizos, en definitiva, vida. Sin embargo, este lado precisa de cuidados, mantenimiento y de limpieza. Son las incómodas tareas que no saben, o no quieren llevar a cabo. El tétrico gris forma una losa que eleva la temperatura y devuelve la luz solar de forma molesta. Ellos prefieren que todo sea de esta última manera. Yo prefiero mirar al otro lado, en las actuales circunstancias es preferible estar del lado que todavía está vivo. Queda poco, pero todavía hay verde esperanza.