El Cristo del Mercado de Segovia


                           

                                    La Cofradía del fuego verde

          En Castilla las costumbres se convierten en tradiciones y estas acaban haciéndose leyes. Siempre hay que buscar cosas distintas, porque en todas las cofradías españolas hay imágenes de Cristo o de la Virgen. La estación de Alta Velocidad de Segovia está a varios kilómetros de la capital segoviana, por esas inexplicables circunstancias de la gestión política, mientras que en otras capitales este tipo de trenes llegan hasta el mismo centro de la ciudad. El caso es que en mi último viaje a Segovia dispuse de media hora de tiempo para ver algo distinto, o incrementar el tiempo de espera en la Estación de Segovia-Guiomar.

                                                  La ermita del Cristo del Mercado

           Cuando me fui de Segovia en 1979, esta pequeña ermita  situada en la entrada de la ciudad por la carretera de Madrid,  ya estaba cerrada. Su antigüedad y el mal estado del edificio, hicieron que los actos de culto se trasladaran a las dependencia parroquiales que están situadas en los bajos de un edificio de la misma plaza. Con posterioridad fue restaurada la ermita, que data del siglo XVII. El culto ordinario sigue celebrándose en los salones parroquiales, y la ermita solo se abre con ocasión de las solemnidades. Toda esta explicación sirve para decir que desde entonces no había vuelto a entrar en el Cristo del Mercado hasta el presente año. Era jueves santo y la ermita estaba abierta por la mañana, la única de toda la semana santa segoviana.

             Los integrantes, hombres y mujeres, de la Cofradía de la Esclavitud del Santo Cristo del Mercado, estaban preparando los enseres para la procesión de ese día. Resulta muy curioso ver el faldón característica con el que cubre la imagen de Cristo, que data de las las primeras décadas del 1500. La traza de la talla  es muy parecida a la del Cristo melillense de la Veracruz.

             Las cofradías en Segovia se enraízan en el  barrio. Cada barrio tiene su iglesia, y uno/a pertenece a ella desde que nace, hasta el momento en que muere, independientemente de que pueda estar viviendo en otro lugar de la ciudad, o en otra distinta. La diferencias con las semanas santas que se celebran cruzando la línea del Tajo hacia el Sur son muchas. Aquí no hay costaleros ni porteadores. A los integrantes de un paso se les llaman cargadores, y los pasos procesionales suelen ser pequeños, pues se portan sobre andas. Las cofradías no suelen tener las repercusiones mediáticas y sociales de las de Andalucía. Los recorridos son igualmente largos y el clima suele ser  frío por estas fechas, por lo que estar muchas horas en la calle puede acarrear consecuencias para la salud. Todos los pasos entran sin problemas en la Catedral de Segovia, que es en donde acaban los recorridos procesionales.

                                                                El fuego verde

          Aparte del Cristo y su faldón, la característica más llamativa de esta cofradía es el fuego verde, que se puede realizar con dos compuestos químicos distintos; y que rodea el paso en cuatro tulipas situadas en las esquinas. Mantener el fuego verde durante las horas que dura la procesión no es tarea fácil, requiere de una fórmula y de un tratamiento determinado. Tienen un secreto, el de su composición y mezcla, que solo posee una persona, en este caso el hermano mayor, que en su momento lo transmitirá a quién el crea mas adecuado. Así son las cosas en la vieja Castilla.

         El Hermano Mayor de la Cofradía se nombra anualmente y corresponde por riguroso turno al cofrade más antiguo, tanto hombres como mujeres. Es una oportunidad que iguala a todos sus integrantes, y que evita otros espectáculos poco edificantes para la Fe, que ofrecen algunas cofradías en las luchas por este tipo de cargos de representación.

           Nota: http://www.semanasantasegovia.com/escalavitudcristodelacruz.html

Anuncio publicitario

Los rostros de Siria


       Un día tras de otro, o cuando toca, los medios de comunicación mundiales nos sacuden con noticias de los horrores de la guerra en Siria. Cualquier guerra es un horror, pero la producción y venta de armamento es uno de los cuatro grandes negocios mundiales. Lo que nadie nos cuenta es quiénes o qué intereses económicos fomentan estas guerras, que causan miles de muertes, la destrucción completa de países y millones de personas desplazadas. No es posible que de repente, en las calles de ciudades como las nuestras, ya sea en Siria o en Ucrania, aparezcan milicias armadas hasta los dientes y se desencadenen guerras civiles.

      Melilla está en el mundo y nuestra ciudad está en la ruta de las expediciones fenicias desde hace 4000 años: no es posible pretender que cualquier conflicto que suceda en determinadas partes del mundo, no nos acabe afectando de alguna manera. Unas decenas de refugiados sirios (mujeres, hombres y niños/as), apenas son nada en comparación con el millón de refugiados que están en el territorio de Turquía, o los cientos de miles que se desplazan hacia Jordania.

          La mitad del Mundo está incendiada y la otra mitad se beneficia, de alguna manera,  de esa situación. La ecuación es más fácil de lo que parece: si una mitad del mundo tiene problemas, la otra debe tener las soluciones. Todos quieren ir a Brasil al Mundial de fútbol, pero sin que los desheredados de las favelas causen problemas. Hacer negocios de los Emiratos Árabes es bonito y noticiable, pero pocos quieren hacerse cargo de los desheredados del conflicto de Siria.

             Un campamentos de ciudadanos sirios está refugiado en el interior del cementerio musulmán, otro en las inmediaciones del CETI (Centro de Estancia de Inmigrantes), y otra parte en su interior.

                 Esta concentración o llamada de atención, se producía esta mañana al mediodía, en la plaza de España. Los sirios son refugiados de manual.