El oficio de la Fe


       La primera misa del sacerdote Ruíz Guillot    

            Entrada en procesión por la puerta santa del perdón y de la misericordia. Incensación, coro litúrgico y presencia de ministros de la iglesia, dos obispos; Su Ilustrísima Jesús Catalá Ibáñez, y monseñor Ramón Buxarrais (ambos en segundo plano), el arcipreste Roberto Rojo, en lugar preeminente en el lado de la epístola, acompañado por el clero de la ciudad en pleno, y con los fieles llenando el templo hasta las crujías. Estas es una misa de tiempo ordinario, pero de ocasión excepcional. La gloria de Dios manifestada en la liturgia y hecha presente en su obra, la Santa Iglesia. Hacía mucho tiempo que no se veía un esplendor tal y un lleno igual en la nave de la iglesia.

            El oficio de la misa fue dirigido por el melillense Francisco José Ruíz Guillot y nuevo sacerdote, que también contó con la presencia de sus compañeros, Daniel Martín y Fernando Luque. Esta era su misa, que contó con la presencia completa del clero melillense, y con la asistencia de un obispo en ejercicio, aunque sin mitra ni báculo, y con otro emérito, ambos como simples pastores. No es algo que pueda verse todos los días. Entre otros motivos, ese era el principal por el que estábamos allí

            El texto evangélico fue leído por Fernando Luque, rondeño y también nuevo sacerdote. La homilía, muy bien trabada y declamad con seguridad, corrió a cargo de Francisco José. El texto evangélico correspondía a Mateo, el tema, fariseos y publicanos, uno de los preferidos por este evangelista, y algo de lo que hemos escrito mucho en los últimos días, y que venía como anillo al dedo. Han sucedido muchas cosas en el último mes en la ciudad, que han sacudido el mundo católico practicante. Estamos acostumbrado a las disidencias en los partidos políticos, pero no en la Roca de Pedro.

            ¿Qué hace ese aquí, comiendo con publicanos y pecadores?, preguntaban los fariseos, estrictos cumplidores de la Ley, pero que luego no refrendaban con sus actos. “Jesús, oyéndolos, les respondió: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”; que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.

          Los tiempos son siempre nuevos, y cada vez demandan más respuestas, hay situaciones de gran complicación ética y moral, en las que hay que discernir entre qué es bueno y qué malo, y no siempre es fácil dar con la solución.

          El dogma y todo aquello que sustenta La Iglesia no ha variado con el paso de los siglos, aunque el mundo cristiano está dividido por dos tradiciones fundamentales, la Ortodoxa oriental y la Católica latina. Hay que acostumbrarse a mirar las cosas de un modo más abierto, y pensar que siempre hay otro modo de ver un mismo acontecimiento.

           No siempre se puede pretender razón. Las palabras son solo eso, y en la profesión eclesiástica, como en otras muchas, hay grandes oradores/as, como Juan Crisóstomo (boca de oro). Qué es pues lo que diferencia a unos de otras, qué nos permite ver quién es un fariseo o quién un publicano: únicamente los hechos, las obras Aun así, el joven sacerdote Francisco José y sus compañeros, tienen toda la vida por delante, un tiempo largo en el que deberán enfrentarse a circunstancias de muy diversa índole. Tendrán a su lado tanto aduladores, como buenos consejeros. La capacidad para saber distinguirlos es lo que les permitirá sortear con éxito, el proceloso mar de la fe y de la vida.

             El curso del tiempo ejerce una inexorable y erosiva labor. La piedra aguanta y el asperón se deshace. Lo que ayer parecía obra eterna, hoy solo es arena. El tiempo, su paso, descubre la capa de ornamento de una fachada y muestra su composición interna. No hay tampoco que fiarse de la apariencia externa. Existirán siempre nuevas dificultades, pero no siempre habrá un obispo que acuda a imponer la paz, o una mano extraña que ayude cuando todo parezca perdido. En la cruz, siempre se está solo.

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7 comentarios en “El oficio de la Fe

  1. He sido testigo de excepción, al gual que miles de melillenses, de la celebración euarística de este nuevo sacerdote, que ha congregado a tantos sacerdotes, religiosa, religiosos y fieles en general. He sido testigo de su excelente preparación, y del cariño con el que el maestro de ceremonias se ha comportado en todo momento. Le he deseeado cien años de vida al servicio del Señor. Sus padres al lado han dado un gran ejemplo de generosidad.
    Pero, lo que mas me ha llamado la atención ha sido el excelente orden procesional. A pesar de la estrechez de las naves de la iglesia, ha discurrido tal y como mandan los cánones de la liturgia bien organizada. Turiferario, Cruz Parroquial, ciriales, acólitos, lectores, diácono, clero parroquial por orden de antigüedad, compañeros y del clero diocesano, clero castrense, Sr. Vicario, sacerdotes recientemente ordenados, sacerdote Francisco Guillot y Sres. Obispos, caminando juntos y a la misma altura, observando que Monseñor Catalá siempre se coloca a la izquierda de Monseñor Buxarrais; lo que me ha recordado a los dos obispos de Roma, Francisco y Benedicto. El primero protegiendo siempre al segundo.

  2. Quiero destacar más. Me ha gustado ver al Muy Ilustre Señor Vicario Episcopal al frente de la grey que le ha sido confiada. Y no voy a hacer mas comentarios. Simplemente que ha habido testigos de excepcional valor en todo lo acontecido. Nuestra Señora de la Victoria, dos Cristos centenarios testigos de la historia de la ciudad, Vera Cruz y Socorro como nuevos centinelas permanentes de las puertas de ese templo. Y por qué no decirlo: El Alminar de Melilla con Enrique Delgado al frente. Ahora sí: Tendrían que nombrarte Cronista Diocesano. Un fuerte abrazo, hermano y amigo.

  3. Es un gran cronista con una manera clara y a la vez sutil de enfocar distintos aspectos de un mismo acontecimiento. El artículo habla de tantas cosas que podría dar lugar a múltiples comentarios y debates si no dominase el silencio, el miedo, la pasividad e indiferencia. O sencillamente que los/las demás no lo ven como yo.

  4. Miedo… a nadie. Simplemente que lo mejor es ignorar a quien no merece comentario alguno. El acto en sí y la crónica del mismo únicos.
    Lo demás, pelillos a la mar. La Iglesia es Madre y Maestra.
    Un saludo Isa.
    Elocuentes fotografías de Hospitalario.

  5. Hemos intervenido en una batalla muy dura, en defensa de la verdad. No pretendemos ni buscamos, honor mundano o reconocimiento alguno. Ahora debemos retirarnos y seguir vigilantes, pues el diablo no es alguien que se de fácilmente por vencido. Ha podido perder una batalla, y a la vista de todos/as, pero va a seguir al acecho.
    La casi totalidad de los asistentes a esa celebración litúrgica, permanecía en la bendita ignorancia sobre lo sucedido, pero desde lo más alto de la cúpula eclesiástica de la Diócesis, se ha enviado un mensaje muy claro y rotundo.
    Quienes pedían hablar con el obispo, lo han tenido frente a ellos, y ni siquiera se han atrevido a acercarse hasta su presencia.

  6. “Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos: Sed pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis conducidos ante gobernadores y reyes, para dar testimonio ante ellos y los gentiles”. Mateo 10, 16-18

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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