La ruta de los olvidados
El pasado 1 de mayo acudí con los representantes, afiliados y simpatizantes del PSOE en Melilla al cementerio municipal, al tradicional recorrido que los socialistas melillenses realizan desde hace 27 años.
Conducidos por Francisco Narváez, «Culi», concejal socialista entre 1983 y 1991, que lleva ejerciendo de «cicerone de los olvidados» desde 1984, pude ver tumbas de represaliados del franquismo que ya conocía, junto a otras que nunca había localizado o no sabía en dónde estaban, sobre todo, el emplazamiento de las fosas comunes, en donde yacen todos los que defendieron La República en 1936 y los que fueron ejecutados y represaliados con posterioridad al Golpe de Estado de 1936.
Es un sano ejercicio de memoria y de agradecimiento pasear por entre las solitarias y silenciosas tumbas de personas conocidas, como la del General Romerales, la de los hermanos Gómez Galindo, la del alcalde Antonio Díez, junto a otras a las que ya habita el olvido. Por ello, este recorrido que invariablemente realizan los socialistas melillenses es muy digno de tener en cuenta y de ser fomentado.
Sin embargo, mientras uno siente un sincero agradecimiento hacia todas aquellas personas a las que les fue arrancada su vida en la represión franquista, siente también una indignación constante al trato que recibe la memoria de todas estos hombres y mujeres que fueron asesinados por defender sus ideas, a veces ni siquiera por eso, pues fueron asesinados simplemente por tenerlas.
Y uno se indigna cuando piensa que se pide la declaración del campo santo melillense «como cementerio nacional de héroes» ( militares les falta decir). Serían héroes no lo dudo, pero héroes a la fuerza, soldados de reemplazo traídos aquí obligatoriamente a «las guerras coloniales de Marruecos». Héroes forzados a defender los intereses comerciales de las compañías que explotaron las materias primas del Rif, héroes obligados a defender como causas patrióticas, lo que sólo eran objetivos económicos disfrazados de causas nobles y a veces ni eso.
Y se siente indignación cuando se piensa en que una entidad adlátere y satélite de La Consejería de Cultura van a recibir 9000€ por una colección de 147 fichitas, con estos héroes forzados, y que no se fomente ni con siquiera un euro, un » campo de la memoria » (como sí han hecho en Ceuta), a los 300 melillenses asesinados pro la implacables balas de Falange o las de los rencorosos militares franquistas. Eso sí, el espaldón «fascista» de la antigua Cruz de Los Caídos sí ha sido instalado en una parcela del cementerio, cuando su destino debió ser la escombrera.
Y mientras tanto, la estatua de Franco (dedicada al Generalísimo por acuerdo de Pleno de diciembre de 1975), sigue en su lugar, así como el «vil y feo monumento de la plaza Héroes de España, así como todas y cada una de los 60 nombres de calles de falangistas y militares golpistas.
Está claro que cada uno homenajea lo que quiere o con lo que se siente identificado.