El Poder omnimodo de Imbroda


» Rey en Castilla y Alcalde en Melilla «

          El pasado mayo de 2007, contra todo pronóstico, el PP de Imbroda firmó unos de sus mejores resultados electorales, con 16.000 votos emitidos, lo que representaba un 56% de apoyo popular.  Se esperaba su victoria pero no de un modo tan abrumador. El PSOE obtuvo unos excelentes resultados y empató en nº de concejales  (5), con CPM, algo  que nadie se hubiera atrevido a apostar.

         La oposición tardó casi medio año en recuperarse del impacto ( fueron sintomáticos los tres meses que tardó CPM en dar su 1ª rueda de prensa tras las elecciones) y nunca tuvo un modo claro de desgastar la imagen o el Poder de Imbroda. La excepcional cobertura de la que se ha rodeado con los medios informativos de la ciudad, le proporcionan un auténtico cinturón de hierro que rara vez se traspasa para erosionar su Poder o en sentido contrario, hacia la imagen que el ciudadano tiene de su Gobierno.

        No ha habido ningún escándalo en su último mandato ( en un gobierno que controla con mano ferrea), que le salpique directamente. Todo lo relacionado con su Consejero de Deportes ha sido puro ruido y ninguna nuez, fruto más de enemistades personales dentro del deporte melillense, que de una verdadera voluntad de luchar contra la corrupción, real o supuesta.

          También hay un hecho innegable y difícil de esconder y es que el que fuera su principal azote en los Plenos, habita hoy en prisión bajo dos imputaciones que podrían pesar como losas sobre el bagaje electoral del que todavía es su partido. Es casi imposible vaticinar si tendrá o no su impacto electoral. Yo me inclino a pensar en que sí tendrá su consecuencia  sobre la intención del voto cepemista, aunque pudiera suceder que su base electoral no castigue estos comportamientos sobre su partido, al igual que ocurre con el PP y sus casos de corrupción.

      El problema sería analizar si Imbroda va a acusar o no el desgaste de 11 años en el Poder y sobre todo, el haberlo ejercido de un modo tan absolutista y absoluto. Si se presentase él solo como única oferta electoral de la derecha, entoces habría que decir claramente que ese desgaste, no dejaría ni una sola muesca en la piel del elefante electoral del PP melillense.

      Las acusaciones o sospechas de corrupción, de enriquecimiento, o de mil cosas diversas, no se han traducido en una demostración palpable que haya producido alguna desafección entre los ciudadanos. El derroche, el amplísimo tamaño de su gobierno, los astronómicos sueldos, la vida suntuaria, el gratis total de los Consejeros y ViceConsejeros, no pasan factura, por más que la ciudad esté sumergida en una crisis profunda y con el 30% de los ciudadanos en situación de pobreza. Incluso de haberse demostrado, daría igual, pues en Comunidades Autónomas como la Valenciana, la mil y una pruebas de corrupción no van  suponer descenso alguno en el porcentaje de votos de PP, pese a que ha quedado  meridianamente claro en algunos casos, que son personajes corruptos hasta la médula.

        La corrupción o su sospecha nunca la paga el PP, porque  sus votantes lo hacen de modo homogéneo, en bloque y sin fisuras.

       Imbroda es un personaje muy complejo ( es el único político activo de La Transición en Melilla), como lo es también el «Regimen» del que puede considerarse fundador y el excepcional y nunca visto «aparato de Poder» que ha creado en torno suyo. Por ello, cualquier análisis en tiempo presente resulta muy complicado y sólo puede decirse que «su único rival es él mismo» y si tuvo otro, fue o es, Ignacio Velázquez, al que de momento le ha impedido presentarse y medirse con él «tet a tet» en las elecciones. Aun así, y para hacer mella en el electorado de derechas, Velázquez deberá hacer creible su presencia en el próximo gobierno, para lo cual sería necesario que pudiera esgrimir en su mano, el indulto gubernativo que le exonere de la pena de inhabilitación que le ha dejado fuera de las presentes elecciones.

       Esta es la única incognita que pesa sobre la candidatura popular, que no podrá ser despejada hasta el mismo día de las elecciones, y es  si el desgate  del Poder de Imbroda es real o sólo aparente. En cualquier caso, la oposición deberá tener previsto un segundo escenario y es el de que Imbroda renueve su mayoría absoluta, para  lo cual tendrá que desarrollar un mecanismo para impedir el «abuso de poder» y el control del mismo desde el primer día.  Hay que evitar en lo posible las broncas personales que han caracterizado esta legislatura, fomentando las relaciones personales, el dialogo y el consenso, en beneficio de los ciudadanos a los que se representa. Se pueden ganar unas elecciones por más del 50% de los votos, pero al día siguiente se gobierna para el 100% y eso es así durante los 4 años de legislatura.

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