«Creció primero la avidez de dinero, luego la de poder y esta fue la fuente de todos los males. La ambición forzó a muchos hombres a hacerse falsos. Al principio estos vicios crecían poco a poco y se castigaban algunas veces. Luego el contagio se extendió como la peste y el poder se convirtió en cruel e intolerable. Terminó con malos resultados sus buenos comienzos». Salustio, «La conjuración de Catilina».
Los romanos eran muy celosos en la defensa de La libertad y también gustaban de hacer constantes comparaciones del presente con el pasado para buscas similitudes, discrepancias, en definitiva para aprender de sus enseñanzas.
Pompeyo y César fueron amigos en el pasado, incluso llegaron a tener lazos familiares, pero al final las circunstancias les separaron de modo irremediable. ambos eran ambiciosos, ansiaban el poder, uno por sí mismo y el otro para hacer grandes cosas. Pompeyo pertenecia a una noble familia romana, muy relacionada con la oligarquía de la ciudad (no se podía hacer en Roma sin ella) y César era un advenedizo, surgió de la nada, pero su brillo personal, su don de gentes, le hizo muy popular en entre los gentiles, los desheredados, los aventureros, los proscritos en etapas anterioes, se unieron rápidamente a su causa.
Se equivoca quien considere a Pompeyo alguien irrelevante, pues era un político muy sagaz e inteligente. Es más, por sus realizaciones fue llamado Magno, Cneo pompeyo Magno. Si alguien podía vencer a César ese era Pompeyo, si Pompeyo podía ser derrotado, sólo era César quien podía hacerlo. Por eso ambos evitaron el enfretamiento.
Pompeyo lo tenía todo a su favor, una familia y un partido, los pompeyanos. Tenía el Poder, que llevaba ejerciendo desde hacía una década. El ejército la oligarquía, la clase senatorial, le apoyaban sin fisuras. su superioridad frente a César era absoluta y por supuesto que contaba con el respaldo de amplios secotres de las clases populares.
Sabedor de todo esto, Julio César hizo un último intento de acercamiento a Pompeyo, pero este lo rechazo, pues quien tiene todo el poder en su manos, jamás acepta compartirlo con nadie. Pompeyo era un dictador, como también lo fue César, pero es que esta palabra no era peyorativa en Roma. Era un cargo para el que se nombraba mediante elección.
Así pues, el rechazo de Pompeyo al acuerdo, llevó todo a la senda irremediable del enfrentamiento, a la división de Roma en dos mitades.