El ciudadano tiene cada vez menos oportunidades y lugares en donde expresar su opinión. Los medios de comunicación empiezan a servir cada vez más a sus propios intereses y a sus propios amos, por ello hay que buscar nuevos modos y nuevos caminos para comunicarse, para dialogar, para intercambiar opiniones e ideas. La Constitución consagra el Derecho a la Libertad de Expresión, pero lo que no tenemos es opinión libre publicada, o donde publicarla. Por eso nos tenemos que inventar nuevas formas de hacerlo.
En una situación tan crítica como esta, expresar simplemente una postura discrepante, convierte el ejercicio de opinar en un «suicidio político y social». Hay un número importante de personas que está de acuerdo con «esta estabilidad»,sin embargo, el porcentaje más numeroso de «esos partidarios» del régimen, el de Franco, el de Stalin, el de cualquier otro, lo acumula el miedo y eso es realmente grave y nocivo para La Democracia (el mejor sistema político posible) y para la persona. Eso si debería preocupar al gobernante y fomentar la cohesión de los gobernados.
Lo que percibe, ve y siente el ciudadano de a pie es absolutamente diferente a lo que siente los gobernantes , pero eso no importa, porque esa opinión no se refleja casi en ningun sitio. Se pueden ganar unas elecciones por el 52% de los votos emitidos, pero al día siguiente se gobierna para el 100% de los ciudadanos y eso es algo que no está ocurriendo. El ejercicio del Poder Público y Político debería ser otra cosa.
Discrepar, emitir una opinión libre no convierte a nadie en un héroe, pero tampoco en un villano. Es así de sencillo, pero eso, lo sencillo, es siempre lo más difícil de ver, incluso de aceptar.