El condicionante de los transportes
Tanto si se planifica el viaje, como si se debe realizarlo de modo imprevisto, el problema es salir de Melilla y el modo de regresar a ella. Planificarlo resulta más económico, pero se está atado a las circunstancias climatológicas o incluso a las personales. Hay quien compra los billetes hasta con casi medio año de antelación y eso es mucho arriesgar. Lo normal es anticipar un viaje con uno o dos meses de antelación y el resto es lo imprevisto y es ahí en donde empiezan los problemas.
Salir un fin de semana de Melilla es una misión casi imposible y más lo es si se pretende regresar a la ciudad el domingo. Todo está copado siempre y aun cabe una posibilidad si el viaje de regreso se realiza desde Málaga, pues al existir un mayor nº de vuelos, la posibilidad es mayor, pero aceptando el tener que coger las plazas de avión al precio que sea y en el vuelo en el que existan huecos.
En barco la situación no mejora, pues tanto en la salida desde Melilla como en el regreso, los camarotes suelen estar completos y la dificultad se agrava si se pretende introducir en el mismo el vehículo propio. Sólo queda la posibilidad del tormento en «la butaca» del barco.
Lo del vuelo diario a Almería no tiene nombre, pues el horario a medio día del vuelo los fines de semana, hace que parta cualquier planificación por la mitad, y el vuelo vespertino de lunes a jueves no sirve para casi nada. La programación de horarios con Almería es algo difícil de comprender.
Melilla está condicionada por su situación geográfica. No hay otra posibilidad de salir de ella si no es por aire o por mar y desde la aceptación de esa realidad y de ese condicionante, se debería empezar a trabajar para hacer una planificación seria de las comunicaciones, sin quimeras y sin vender humo a la ciudadanía. Ni el Partido Popular hizo mucho en sus ocho años de gobierno (1996-2004), ni el PSOE ha podido hacer más en los suyos (2004-2011), porque la realidad es que la pista del aeropuerto no se puede ampliar más, ni el tipo de estación martíma construida y los atraques diseñados permiten la llegada de un tipo distinto de barcos que los actuales. La realidad es que cuando llega un crucero o tiene que atracar en la bocana del Puerto o en el antiguo embarcadero del mineral, porque la actual Estación Marítima no es apta para buques de gran tamañp y los nuevos muelles son aptos solo para carga. En el aeropuerto sucede otro tanto, porque aviones más grandes, aparte de necesitar un mayor tamaño de pista, necesitaría otra smaniobras y rutas de aproximación y quizá aviones de mayor tamaño no resultarían rentables.
La realidad de Melilla no puede cambiarse, pero sí se puede hacer todo lo posible por adaptarse a ella. Hay que hacer estudios de frecuencias, diseños de horarios, estudios de necesidades de viajes y a lo mejor es necesario variar las frecuencias de viajes según los días de la semana y adaptarlas al usuario y no a las necesidades de la compañía de transportes.
En cuanto a los precios son muy onerosos, sobre todo si el viaje surge como necesidad inmediata, pero el tipo de transporte y el de embarcaciones a utilizar, hace que no puede contarse con una margen mucho mayor de rebaja, porque no hay muchas más posibilidades. El segundo gran problema es el encontrar plazas para imprevistos.Urge un acuerdo amplio entre todos los sectores implicados (soliales,políticos y económicos). Realizar estudios de necesidades y no hacer «bandería» política con lo que es una necesidad de los melillenses, el transporte, porque los discursos varían mucho cuando el gobierno de Madrid es del mismo color o distinto que el de La Ciudad Autónoma.