El espacio y el tiempo en El Alminar


Viajamos, pero llevamos todo con nosotros. No podemos desprendernos de nuestras circunstancias ni de nuestras ocupaciones. Atravesamos ciudades, vemos cosas y comparamos y a veces, por no decir casi todas, se siente una gran decepción cuando se piensa en el modo en que se gestiona la ciudad de Melilla. En todas hay preocupación por el gasto, se reducen los cargos públicos al mínimo indispensable, menos en Melilla. Veo en las noticias que han vuelto todos, incluso aquel al que tuvieron que echar de la lista electoral. La derecha es la doble cara de Jano, el : «haced lo que yo voy a decir, pero no lo que yo voy a hacer». Veo también la escasa dignidad personal de quien se postula para un cargo en el pesebre, sea de lo que sea. No seré yo quien niegue una segunda oportunidad al ínclito, pero muchos, en Melilla, ni siquiera tendrá derecho a la primera. Esto ya se parece más cada día a la Nomenclatura de la época de Leónidas Brezhnev, o a los toros. Si no se entra por la puerta grande, siempre hay la puerta de chiqueros o cualquier otra disponible, o incluso el burladero, que parece más el caso.

Melilla va a lamentar mucho este derroche y también veo la paradoja de quien ha ganado sólo por la propia inercia y ahora ya no se siente sujeto a ninguna regla: es el Poder incontinente.  La derecha siempre critica a lo Público y enaltece lo privado, pero veo también que nadie desdeña «un cargo público» aunque sea en otras ciudades.

La Administración Pública, ya sea Local, Estatal o Autonómica garantiza unos emolumentos constantes, aunque sean los justos en la mayoría de los casos, en el 70% de los casos. Por eso llama la atención, se esté donde se esté, la desproporción entre el salario medio de un trabajador, ya sea  público privado y los sueldos que se adjudican los Cargos políticos con cargo al erario público, en el que incluyen además, el gratis total en cuento a gastos. Las ciudades están asfixiadas de gasto, pero por ejemplo Almería, una ciudad similar en tamaño a Melilla, tiene una deuda de 40 millones de euros, mientras que nuestra ciudad casi triplica esa cifra y por el camino que va, no va a reducir la deuda. Otro dato que aparece reflejado en la poca prensa sometida que queda, es el de que la deuda es mayor en las ciudades gestionadas por el PP, aunque esto tampoco sea una norma excluyente y que acaba incluyendo a otras muchas de diversa gestión.  Sin embargo, es revelador de una actitud de doble cara: la que minusvalora lo Público pero se sirve de él, pero huye de lo privado aunque lo enaltezca. Gestión pública como si fuera privada.

        Hay quien aporrea la puerta del Alminar de Melilla, en vacaciones, intentando abrir campos de batallas que ya no se van a librar. Porque este espacio ya no les pertenece y el tiempo tampoco. Tiempo habrá de todo, porque hay una cosa para cada tiempo  y un tiempo para cada cosa, pero ahora no es el momento.

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