Desde el aparentemente lejano día de San Juan (24 de junio), solsticio de verano y en el que la luz del sol supera a la de la sombra, el día ha perdido 42 minutos de luz en julio y otros 74 minutos en agosto. En septiembre declinaran otros 79 minutos de luz, o sea, 3 horas y 15 minutos en total y a lo largo del verano. Nada ni nadie puede evitar su ocaso, ni siquiera cuando se crea hallar en la cima de su poder o en el cenit de su gloria terrena. Ocurre también que los designos y tiempos del destino no se corresponden con nuestros deseos. No podemos hacer caer una cosa solo con desearlo o levantar una alternativa a toda esta zozobra en una sola tarde.. Todo necesita su tiempo. A veces creemos que la solución está a la vuelta de la esquina, que en un rato de reflexión daremos con la palabra clave y que la gente verá la luz con la sola mención de la palabra mágica. Pero esto no sucede así salvo en los cuentos. En agosto de 2011 El Alminar recibió 2200 visitas y una media diaria de 70. Un año después han sido casi 17.000 visitas y una media de 580 al día. Hay que ofrecer algo nuevo y hacerlo creíble, pero sobre todo, hay que estar ahí. Todo lo demás no vale.
Son muchos los que han dejado sus vidas intentando buscar u ofrecer una nueva alternativa a las cosas, pero hay una cosa muy clara y es que una nueva alternativa precisa de nuevos nombres que traigan nuevas actitudes. Tras esa obligada renovación, es necesario que se ésta consolide con el tiempo, que es el gran juez de todas estas cuestiones. Nuevos proyectos han surgido tantos como las uvas de otoño, y a su vez estos han sido tragados por el tiempo y el olvido. Hay que intentarlo una y otra vez, hasta que se de con el proyecto, con las personas, con el nombre adecuado y una vez emergida como alternativa, queda la parte más dura que es consolidarla y someterla a los avatares del destino, al rigor de la intemperie y al juicio de la opinión pública . Esse proceso puede durar años y se trata de no desfallecer, de seguir día trás día, en soledad algunas veces, escasamente acompañado otras, rara vez en multitud. Para que algo se consolide y muestre su carácter, debe someterse a tantos inconvenientes como la magnitud de la recompensa a la que aspira, y recordar en todo momento que no siempre ganan los buenos.
En el mar se ve la mayor profundidad de horizonte posible en superficie, salvo que se esté, claro está en un montaña elevada. La ausencia de obstáculos es lo que mejor permite una visión clara de las cosas, pero esto solo ocurre en determinadas ocasiones. Nunca se suele tener el horizonte limpio y despejado. Casi siempre hay que decidir en un breve lapso de tiempo y en una condiciones determinadas.
El desanimo ante la situación en la que nos hayamos inmersos no debe cundir ni adueñarse de todo. Hay alternativas razonables para todos. Ocurre que en noviembre se condujo al electorado a un error mayúsculo, entre otras cosas, porque la otra alternativa tampoco era válida. En lo que a Melilla respecta la solución es igualmente difícil, pero me quedo con el título.
Nota: Las fotografías son de la puesta de Sol en el buque Juan J. Sister de Acciona