Cualquier noticia, cualquier acontecimiento debe relativizarse. Lo que tiene importancia para algunos, no la tiene para otros. Lo que hoy es una tregedia o un gran acontecimiento, pasados unos años y con suerte, se convertirá en una efeméride. Quien hoy es grande debe saber que mañana, inexorablemente no será nada. Lo que hemos hablado en la entrada anterior, y otras muchas veces en El Alminar, se ejemplifica perfectamente en la vida y en la persona de Monseór Buxarrais (Obispo emérito de Málaga) . Estuvo en la cima de la Iglesia española casi dos décadas y supo renunciar a todo y convertirse en un cura más. Le acompañaron multitudes y docenas de colaboradores mientras estuvo a cargo de las sedes episcopales de Zamora o Málaga y luego todo eso se disolvió como los terrones de azucar en el agua.
Es el » horror vacui», el miedo al vacio, que sigue, como la sombra al cuerpo a cualquiera cuando abandona el poder. Si el ejercicio del poder se convierte en el objetivo único de la vida, entonces esa es la razón que que ninguno quiera abandonarlo, por eso esas luchas cainitas en los aledaños y pasillos de la corte. Por eso hay que recompensar con otro cargo a cualquiera que abandona uno anterior. La situación es talm que las excepciones se convierten en ejemplos, porque son solo eso, hechos aislados que deberían ser más comunes y no excepcionales. Debería limitarse el tiempo de permanencia tanto en cargos de elección pública, como en los de libre designación.
Monseñor Buxarrais de vuelta a Melilla
Desde su llegada a nuestra ciudad en 1991, tras cesar por voluntad propia al Obispado malacitano, esta es la etapa en la que ha estado más tiempo ausente de nuestra ciudad, aunque en esta ocasión ha sido debido a motivos médicos. Ha sido intervenido en una operación de cadera y femur en un hospital de Barcelona. El resultado ha sido satisfactoria y la recuperación también, aunque algo más larga de lo previsto. Él mismo me comentó tanto el buen resultado de la intervenciones, como el regreso a Melilla en la primera semana de septiembre.
Anoche, mediante un correo, me lo confirmaba Merche, una amiga ecuatoriana que ha residido en Melilla y que se convirtió en asistente en los oficios religiosos de Monseñor Buxarrais, en lo que ya se denomina como «la pequeña comunidad de Buxarrais»
Buxarrais y San Ambrosio
De Las Confesiones de San Agustín extraigo este párrafo, que creo se ajusta de modo especial a la figura de Monseñor Buxarrais:
Capítulos XIII y XIV
» Aquel hombre, todo de Dios, me recibió con un agrado paternal y todo el tiempo que estuve allí, aunque extranjero, me trató con el amor y caridad que debía esperarse de un obispo. Yo estaba atento y colgado de sus palabras; me deleitaba la dulzura y suavidad de sus sermones, que eran más doctos y llenos de erudición que los de Fausto y los maníqueos…. No solicitando yo aprender lo que predicaba Ambrosio, sino oír solamente el modo con que lo decía».
Nota: https://elalminardemelilla.com/2012/05/25/y-monsenor-buxarrais-se-marcha/