El presidente Mustafa Aberchán en la misa de La Patrona
Mustafa Aberchán fue el primer alcalde rifeño de confesión musulmana, que accedía a la categoría de Alcalde de Melilla, 502 años después de que el último caid bereber fuera depuesto por La Conquista española de 1497. El hecho, independientemente del juicio político que merezca su presidencia, adquirió la categoría de «histórico» por sí mismo. Han pasado sólo once años y muchos melillenses, o no lo recuerdan o ni siquiera lo conocen, pero tiene una magnitud histórica que no decaerá con el paso del tiempo. Hay hechos que pasan a la historia por sí mismos y éste es uno de ellos.
La historia política de Mustafa Aberchán como presidente y alcalde de Melilla fue la «lucha contra un caballo desbocado», del que sabes que tarde o temprano acabará tirándote de la montura, por lo que se trata de limitar los daños en la caída. Sin embargo, ese año escaso de 1999/2000, estuvo plagado de actos muy significativos, que merecen ser recordados, interpretados y valorados con las luces de la perspectiva.
El primero y más importante fue la presencia de un alcalde de confesión musulmana en un acto litúrgico cristiano, frente a La Patrona de Melilla, el 8 de septiembre de 1999. No creo que haya un caso similar en toda la historia moderna ( yo no he encontrado ninguno equivalente),salvo la presencia en actos ecuménicos de clérigos de diferentes religiones. Sin embargo, la «ofrenda» de Mustafa Aberchán a La Virgen de La Victoria ( la que ayudo a los cristianos en La Reconquista), en nombre de todos los melillenses, fue un hecho histórico que debería permanecer en el «haber» de Mustafa Aberchan, sean cuales sean los errores que haya podido cometer después.
Revisada la prensa local, sólo El Faro comprendió la trascendencia del acto y valoró sin tapujos la ofrenda de Aberchán, calificándola como «emotivo discurso del Alcalde de Melilla». El resto de la prensa fue más bien cicatera en el elogio y se enredó con las críticas del fraile capuchino Fray Cejudo, a la clase política de Melilla. La homilía del fraile capuchino fue duramente criticada por parte de la oposición política. El diario Melilla Hoy publicó con posterioridad una entrevista con Aberchán, en la que explicaba sus motivaciones para la realización de la ofrenda ante La Virgen de La Victoria. El presidente Aberchán delegaría la representación de la Presidencia en La procesión de La Virgen, en uno de los miembros de su gobierno, concretamente en José Mejías, Consejero de Economía.
Pocos días después Mustafa Aberchán conmemoraba y presidía el día de Melilla. Su discurso, que intentó ser alternativo y novedoso, fue duramente criticado por casi todos los medios de comunicación, en un sana discrepancia que ahora mismo, en 2011, ya no existe. Mustafa Aberchán no colocó ninguna corona de laurel bajo la estatua de Pedro de Estopiñán (al que las crónicas atribuyen la conquista de Melilla) y ese fue la única acción que varió un guión que se ha repetido desde 1991, cuando se recuperó el acto institucional del Día de Melilla.
La conclusión de todo esto es que Mustafa Aberchán hizo todo esto porque entre cristianos y musulmanes existe un espacio común, que permite asistir a oficios religiosos mutuos sin que se resientan las creencias más íntimas, pero igualmente, cualquier día, otro presidente/alcalde de Melilla de confesión musulmana, podría no acudir a realizar la ofrenda y debería ser aceptado como igualmente normal y lógico, sin pensar que estamos ante el final de Melilla. Creo que doce años después, no se ha valorado suficientemente aquel gesto sumamente ecléctico de Mustafa Aberchan.
PD (modificada a 20/09/2011): En aras de la precisión histórica voy a añadir algunos datos sobre este interesante 17 de septiembre de 1999. El entonces Presidente Mustafa Aberchán pidió al asesor de Presidencia Jesús Ayala el diseño de un Día de Melilla que respetara al efeméride, pero que no conmemorara La Conquista, por eso, aquel 17/09/1999 fue rebautizado como Día de La Autonomía de Melilla y en ningún momento del discurso presidencial se hizo la más mínima alusión a Pedro de Estopiñán y tampoco se le hizo la hasta ese momento tradicional ofrenda de laurel. Una fina finta que pretendía preservar el Día de Melilla, pero no conmemorar el indudable hecho bélico que supuso la Conquista, porque si no hubo muertes ese día, sí se produjo un encuentro bélico en apenas una semana y a partir de ahí, sin parar durante cuatro siglos.
Lo que tampoco hizo el Presidente Aberchán es la ofrenda floral a La Patrona, porque como él mismo dice en la entrevista reproducida del diario Melilla Hoy: «En ceremonias religiosas, tan malo es pasarse como no llegar». También delegó su presencia en la procesión ritual del 8 de septiembre. Mustafa Aberchán nunca retiró el crucifijo que hasta ese momento presidía la Mesa de La Asamblea de Melilla, y durante su presidencia fue desplazado hacia la zona de las vicepresidencias, pero estando igualmente presente. En la actualidad, ese crucifijo, ya no puede verse por lado alguno.