Melilla, ¿aceras o bancales?. (II)


                            El gran bancal junto a La Comandancia

            Este gran bancal se encuentra en donde estaba el antiguo quiosco de Comandancia, un lugar muy agradable y lleno de buenos recuerdos que nunca se debió haber perdido. Apenas queda nada de la «vieja Melilla». Los ciudadanos/as de mi edad y que ya llevan 2/3 de su vida en esta ciudad, o los que son aquí nacidos, cada vez tienen menos espacios físicos a los que sujetar recuerdos de parte de su pasado. Todo o casi todo ha desaparecido. Sin embargo, hay formas de desaparecer. La de este quiosco parece que fue por destrucción o arrancamiento, porque el estado del suelo es uno de los más lamentables de la ciudad, y eso que está en pleno centro y junto a la Comandancia de Melilla. Enfrente hay una «invisible» parada de autobús en donde el ciudadano debe soportar a la intemperie, todas las inclemencias y rigores de la climatología melillense.

        En este trozo de acera, obligado paso de los habitantes de esta sufrida ciudad, uno encuentra una decena de formas distintas para tropezarse y caerse al suelo. Hay ondulaciones, cráteres, bádenes o elevaciones del nivel del suelo. Ante tanta dificultad, lo mejor es cruzar por la acera de enfrente.

     Son muchas las recomendaciones que se hacen al Consejo de Redacción del Alminar. Es verdad y lo he escrito muchas veces, que los temas estrella hacen subir la adrenalina y la audiencia, pero nunca se puede dejar de lado la realidad que se encuentra el ciudadano cada día. El Alminar es todo y desde aquí pretendemos no dejar ningún tema de lado. Hay una gestión derrochona, aficionada al gasto suntuario, a las grandes inauguraciones y fastos, que olvida la labor diaria de mantener la ciudad en un estado optima.

       Al final todo influye y los derroches de la Semana Náutica, de la que nos acabamos de enterar que durante las 10 ediciones anteriores la mitad del presupuesto se gastó en comilonas y gastos prescindibles, el tamaño y coste de un gobierno mastodóndico y un largo etcétera, al final lo que se come es la parte destinada a la inversión y al mantenimiento de la ciudad.

   PD: En este lugar concreto y a lo largo de 1980, realicé 52 puestos de guardia, cuando la Comandancia era vigilada por la Policía Militar, con cuatro puntos de guardia de dos horas y mediante rotaciones a lo largo de las 24 horas del día. Aquí se vigilaba la vivienda del Jefe de Estado Mayor.

   Nota: https://elalminardemelilla.com/2011/06/30/melilla-%c2%bfaceras-o-bancales-i/ 

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4 comentarios en “Melilla, ¿aceras o bancales?. (II)

  1. Aceras desde luego no, bancales sí e incluso precipicios.
    Gracias por subir fotos a tu blog, y por contar las historias que las acompañan, traen a mi memoria recuerdos de un pasado ya no tan reciente.Viendo las imágenes he recordado mi vida en Melilla hace unos años, y cuando pasaba por esa calle para ir al centro o de vuelta a donde vivía. Es triste eso que escribes que apenas quedan en la ciudad lugares a los que sujetar recuerdos. Para los que vivimos fuera pero un día pasamos una parte de nuestra vida ahí, nos quedan esos lugares en la memoria, imagenes grabadas. Siempre que leo el blog me fijo detenidamente en todas las fotografias, evocando aquella etapa en vuestra ciudad. Maravillosa época para mí.

  2. Por cierto, qué memoria, recordar los puestos de guardia, las horas…
    Ahora la Comandancia continua vigilada? Recuerdo siempre a los soldados en la puerta a mi paso hacia el centro de la ciudad.

  3. Hice allí 52 guardias de 24 horas. No es que lo recuerde, es que lo tengo grabado a fuego. Se entraba a las 10 de la mañana y empezaban los relevos. Eran 12 soldados y dos cabos, mas el sargento. Había que hacer dos horas de turno en cada uno de los 4 plantones. El más complicado era el de la puerta principal, proque se hacían las dos horas, solo en la posición de firmes o de descanso. Siempre con el fusil al lado del cuerpo, con la bayoneta calada.
    Ahora ya solo se vigila la puerta principal. El resto del perímetro con cámaras. Yo estuve en la guardia del día 24 de febrero de 1981.

  4. Un día bastante peculiar, no me extraña que lo recuerdes.
    Mi paso por delante de la Comandancia era casi a diario, después recorría un tramo de Reyes Católicos para dirigirme hacia donde está la Uned, allí cerca vivía una buena amiga, quedabamos en su casa y desde allí nos dirigiamos al centro de la ciudad, a dar eternos paseos por la avenida, llegar a la plaza de España, volver, y visitar las tiendas del centro, o tomar té con yerbabuena que tanto me gustaba y que desde entonces me aficioné y me he convertido en una experta en prepararlos. A mis amigos siempre les invito a tomarlo y les cuento mi historia en Melilla.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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