San Manuel Bueno, Mártir


 

         Era una novela clásica de lectura, en los institutos previos a las mil y una reformas educativas. Ahora ya no sé que se lee en ellos. Miguel de Unamuno fue el único que tuvo valor para enfrentarse a Millán Astray en Salamanca, ante la misma presencia de Franco. Nunca nadie, demostró tanto valor.

                           San Manuel Bueno, Mártir

        «La alegría imperturbable de don Manuel era la forma temporal y terrena de una infinita y eterna tristeza que con heroica santidad recataba a los ojos de los demás».

               Manuel Bueno era el párroco de Valverde de Lucerna, y todo el pueblo lo consideraba un hombre santo y bueno, por su dedicación a su feligresía. Nadie en el pueblo advirtió nunca nada, pero Manuel Bueno, mártir, escondía un secreto, que descubrió Ángela Carballino, y que confesó ante el obispo de Renada, a dónde se envió la causa para la «beatificación» del singular párroco de Valverde de Lucerna. Ella fue la que le atendió en los últimos años de su vida, tras regresar de la ciudad. Toda la novela está lleno de simbolismos, y no seré yo quien descubra el secreto que relata la novela, el de Manuel Bueno. Quien quiera saberlo, deberá descubrirlo por sí mismo/a.

                      El por qué de San Manuel Bueno

              San Manuel Bueno explica muchas cosas del autor de este blog y de sus intenciones con el mismo, y explica muchas otras en relación con alguien del que he escrito aquí muchas veces, un verdadero santo para El Alminar. A veces representamos el papel de San Manuel Bueno, a veces el de Ángela Carballino, pero al final, nuestro papel será el de San Manuel Bueno, mártir.

               Cuento esto porque son varios y varias las comentaristas que en los últimos tiempos han escrito que se sienten acompañados/as por este blog, por las cosas que en el se escriben y por cómo se dicen. Esto es una satisfacción, porque se escribe por algo y también es una responsabilidad muy grande, porque siempre existirá quién dependa, en uno u otro sentido, de que aquí se siga escribiendo, pese a las dificultades, y pese al cansancio, pese a la tentación de abandonar, que siempre nos acompaña.

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17 comentarios en “San Manuel Bueno, Mártir

    • San Manuel Bueno, mártir, permaneció hasta el último día en su puesto. Era una entrada que tenía ganas de hacer, por muchas razones y motivos. Me pusieron muy buena nota en el Instituto por mi comentario a esta novela.

  1. Realmente considero que no es una lectura, la de este libro, que debiera exigirse en los planes de estudio. El tema que trata es tan profundo y atemporal, que lo ideal es que se leyera por iniciativa propia. ¿Dudas existenciales? quién no las padece en algún momento de su vida?. Y se sufre realmente.

  2. Isa, la lectura enriquece, y en algunos casos, entre otras cosas, ayuda a tomar decisiones o a entender ciertas conductas del prójimo.
    Enriquecete.

  3. La novela está llena de grandes momentos. Los iremos comentando y podemos hacer el «comentario de texto» aquí. Tengo mi viejo libro del Instituto a mano (año 1984), y está lleno de asteriscos, flechas y palabras subrayadas.

    Manuel Bueno, mártir: ¡Creo!

    Ángela Carballino: ¿Pero en qué, padre, en qué?¿ Cree usted en la otra vida?. ¿ cree que al morir no nos morimos del todo?, ¿cree que volveremeos a vernos?. ¿Por qué no me engañó, padre, por qué no me engañó como engañaba a los demás?, ¿por qué no podía engañarse a sí mismo, o por qué no podía engañarme?.

  4. Esa señora, Ángela Carballino, quiere seguridad completa y además que se la dé otro. Poca cosa. Ni el más sabio de los teólogos puede saber lo que no sabe nadie, aquí solo cabe creer confiando junto a la incertidumbre que acompaña siempre confiar en lo que no se sabe, siempre con dudas salvo para algún extraño privilegiado.
    A mí me parece que San Manuel no tenía certidumbre, dice ¡Creo!, porque, con muchas dudas e incertidumbres mantiene la confianza en la posibilidad de lo que espera para sí mismo y los demás. Por eso sigue hasta el final, porque su Fe no se ha acabado por completo. Quizá solo es una tenue llamita que le falta alimento, pero no se apagó nunca.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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