Los lanceros de Estopiñán


                     Rey en Castilla y Alcalde en Melilla

    Melilla, la ciudad del paro (25%) y de la pobreza (30%), tiene dinero para gastarse 20 millones de las antiguas pesetas (114.000€), en dos lanceros, que más parecen procedentes  del «planeta de los simios» o una versión militarizada del Sancho Panza de la plaza de Menéndez Pelayo. Es incomprensible, inadmisible e injustificable, que además se califiquen estas esculturas como baratas. La justificación es insólita. Nadie está haciendo cosas así, o al menos, si se están haciendo, no de una forma tan descarada.

     Además de lo injustificado del gasto, está la insistencia en la versión falsa de la historia de Melilla. Se les llama defensores de la Melilla de Estopiñán, pero para defender algo, hay que conquistarlo primero y luego, claro está, mantenerlo a sangre y fuego, porque esa ha sido la historia de Melilla durante «la larga noche de los 400 años«.  Esta versión ni es la historia de  Melilla, ni tampoco su memoria, como máximo puede ser «el delirio de grandeza». 

      Melilla, durante 400 años fue un presidio, un lugar de pesadilla, en donde cientos y cientos de presos y de desterrados españoles, perdieron la vida defendiendo sus murallas, o realizando las labores más miserables y arriesgadas. Era un  lugar tan infernal, que muchos presos preferían la incierta aventura de la fuga, con la clara posibilidad de la muerte o la de acabar convertidos en esclavos de los rifeños, antes que mantenerse en la ciudad como prisioneros. 

         En cuanto al resto de la guarnición y los hombres libres, la vida fue tan miserable y penosa, que en algún momento se conspiró para rendir la plaza al enemigo. Homenajear todo eso o idealizar aquel infierno es un despropósito histórico, pero en cualquier caso, eso ahora no importa, salvo dejarlo señalado.

      Lo que asombra en una ciudad, en un país,  en que  la pobreza y el paro campan a sus anchas, es que alguien califique ese gasto injustificado, en el peor momento de la crisis,  como barato. Parece que para algunos, 20 millones de pesetas, ya no es nada.

    Nota: Desde hoy ya no está Zapatero para achacarle todos los males.

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Terrazas contra aparcamientos


               

               La instalación de una terraza frente al Teatro Kursaal, llevará aparejada la pérdida de tres aparcamientos en el centro de Melilla. Habrá quien piense que tres no son muchas plazas, pero si vamos sumando las pérdidas por pasos de cebra excesivamente grandes, por los gigantescos chaflanes en algunas calles del centro, por la instalación de contenedores soterrados, y por la mala situación de los contenedores de vidrio y papel, o por la gente que aparca mal e invade dos plazas de aparcamientos, tenemos una situación que empeora día a día. Entre todos estos conceptos, creo que se ha perdido casi la media centena de plazas de aparcamientos en el centro de la ciudad.

           No entiendo esta política de autorizar la instalación de terrazas en zonas de dominio público o a costa del dominio público. Si se trata de burlar la Ley Antitabaco, me parece todavía peor, porque al final el humo del tabaco también acaba entrando en la cafetería. Cada uno tiene el local que tiene, y estas «ampliaciones» sui géneris, se hacen en perjuicio del ciudadano y de su espacio. No está el Centro de Melilla para perder más y más aparcamientos.

             Es una lucha soterrada del Ayuntamiento de Melilla contra la Ley antitabaco del presidente Zapatero, que apoyó Mariano Rajoy y que no va a derogar.