El monolito de Monte Arruit


En la plaza de España, en un lugar no adecuado, sin protección alguna, se encuentra un monolito, que rememora la hecatombe de Monte Arruit en 1921, cuando tras la rendición de lo que quedaba del ejército español, fueron pasados a cuchillo 2996 militares españoles, según el recuento de las calaveras realizado durante el traslado de los restos a Melilla en la década de 1950. Lo primero que hay que decir es que los restos óseos de todos los muertos, están perfectamente custodiados en el cementerio de Melilla.

Durante la etapa del Protectorado, existió un camposanto en Monte Arruit al que se conocía como La Cruz, en donde reposaron los restos de los soldados españoles entre 1921 y 1950. Esta piedra o monolito, es un reproducción realizada por El Telegrama del Rif para conmemorar aquel luctuoso suceso. No se trata de la piedra original que cubría los restos de los españoles. El texto puede verse actualmente en el Mausoleo de Las Campañas de África, sobre la cripta que alberga a los enterrados en Monte Arruit. Se trata de un poema firmado por Goy de Silva y publicado en el diario ABC.

La piedra se está deteriorando de modo paulatino, no debería ni estar en ese estado ni pertenecer ahí más tiempo. Es un monolito que ha conocido diferentes emplazamientos. Tras la independencia de Marruecos, la piedra estuvo en ese lugar en los años 50 y 60 del pasado siglo. En los años 70 fue llevada al antiguo Museo de Melilla y vuelta a colocar en el mismo sitio  durante el periodo de Ignacio Velázquez. No tiene sentido que siga más tiempo en ese lugar. Nunca se ha sabido realmente qué hacer con ese monolito.

Nota: En estos días circula por al red un power point con fotografías del monolito y de la hecatombe de Monte Arruit, por este motivo subo el tema a El Alminar.

Melilla. El enigma del Cristo de Limpias


         Nada sabía de este tema hasta el año 2006, cuando mi amigo Pepe Vacca (q.e.p. d.), me desveló esa historia y otras muchas de un aspecto de la realidad cultural y religiosa melillense, a la que nunca había prestado atención. Sin su aportación jamás hubiese podido hablar de la iconoclástia, de los «pasos perdidos del Real» y de tantas y otras cosas, entre ellas estaba la historia del Cristo de Limpias en Melilla. El último día de su vida nos vimos por la mañana en su despacho de la Cámara de Agentes Comerciales, al despedirnos y leerle un artículo que hablaba de él y en el que estaba muy interesado, me dijo: » Te lo voy a contar todo, cuando terminemos, lo sabrás todo». Falleció esa misma tarde, yo me enteré al día siguiente por la mañana, (sic.).

          Todo lo que me ha pasado en relación con esa búsqueda apenas puede explicarse. Cuanto más cerca creía estar de la solución del enigma, del destino final de la venerada imagen de la parroquia del Real, entraba en un callejón sin salida. Cuando me «olvidaba» de ella, reaparecía del modo más insospechado, como estas navidades. Justo el día antes de irme de vacaciones, una colaboradora de Manos Unidas se me acercó y me dijo que tenían un busto del Cristo de Limpias, pero que al estar rotas las espinas de la cabeza no podían venderlo en el rastrillo navideño. Me dijo que si me interesaba y que si la quería, y claro está, dije que sí. Es la imagen que muestro.

         Durante un tiempo busqué y compré casi todo lo relacionado con el Cristo de Limpias, del que se editaron libros de investigación e incluso novelas, en la década de 1920. Luego el franquismo se apropió de su leyenda y la corrompió, como hizo con casi todo lo que tocó.  La imagen del Cristo de Limpias acabó convertida en un estandarte del fascismo religioso español y fue muy criticada, lógicamente, por los republicanos de izquierdas, que ironizaron sobre el uso que hicieron de la imagen y de su leyenda, pues le atribuían una milagrería ridícula.

            Todo lo que sé del culto al Cristo de Limpias en Melilla ya lo he contado, bueno, todo no, porque no he contado cual es su paradero final. Recuerdo unos días antes de su fallecimiento, una conversación con Pepe Vacca y como hablamos de los dos posibles nombres que barajábamos como destinatarios finales de la imagen. El «soplo» final me lo había proporcionado una anciana que iba diariamente al Centro de Mayores: » Pregunta a …XP……., él lo tiene, se lo dio su padre, que vivía muy cerca de la iglesia de San Agustín».

          Luego surgió otro nombre, el de ……YG, que también había vivido en el Real, pero que ahora vive o está vinculado al Bº de La Victoria. Por supuesto que yo sé los dos nombres y he hablado con ambos. Uno me negó que lo tuviese, el otro no lo negó nunca. Ambos son buenas personas. Ambos han desempeñado cargos de representación en el Ayuntamiento de Melilla.

          Es una ecuación con sólo dos incógnitas. Para mí, una está completamente despejada. Ya se ha cumplido la primera condición para el regreso del cristo de Limpias al Barrio del Real y es que los Padres Paúles ya no están allí. Quien guardó el Cristo de Limpias, prometió no volver a la iglesia de San Agustín mientras estuvieran allí los Paúles. Ambos no pisan por allí, aunque uno lo tiene y el otro no. De uno se habla mucho, pero no lo tiene, del otro no se habla, pero lo guarda. Solo él puede decidir su regreso a San Agustín del Real. Su lugar, como se muestra en la foto, conserva sus huellas.

        La imagen ya no corre peligro alguno y hay muchos que darían su último suspiro por volver a contemplarla, como la anciana que me dio el soplo,  Josefina C.

     Nota: Hoy he recibido un críptico mensaje en el mail, indicándome quien tiene la imagen, solo en iniciales, y que coinciden con el nombre que me proporcionó Josefina. Por eso he rescatado la historia. Ya está todo dicho. Yo he hecho mi trabajo, ahora que otros hagan el suyo.