Cambio de rumbo en el Puerto Deportivo de Melilla


      Lentamente, virando poco a poco, para no crear alarma social ni conflictividad de ningún tipo, aunque nada tienen que temer porque han renovado los mandatos electorales en mayo ( Ciudad Autónoma), y en noviembre ( Gobierno de España); la Autoridad Portuaria de Melilla se está deshaciendo de los locales de restauración y ocio que todavía quedan en el Puerto Deportivo de Melilla y en el antiguo Cargadero del Mineral. Hace unos pocos meses privatizaron la gestión de la Estación Marítima y la primera medida fue  desplazar al restaurante existente en la parte alta,  para instalar allí un futuro gimnasio

   La opacidad es absoluta, porque la Autoridad Portuaria no informa de nada, pero en la ciudad se habla de una futura privatización de las instalaciones del Puerto Deportivo. Al parecer, pretenden un cambio de rumbo del que nada se sabe. Allí no quieren ruido, ni diversión de jóvenes, ni nada que moleste a los residentes de la clase media-alta de Melilla. Hay un plan, dentro del nuevo e inextricable PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) que pretende fomentar el «turismo de calidad». Para ello, probablemente sobre toda la zona de ocio del Puerto Deportivo, en el estado en que todos lo conocemos.

         Para empezar, se ha subido el alquiler de modo notorio a los locales de restauración y hostelería que están actualmente asentados, tanto en el propio Puerto como en el Cargadero y además, se ha exigido el deposito de una fianza de 5000€ para la renovación, lo que ha llevado directamente al traspaso a una cafetería ( Kentias ) en la zona del Cargadero. Hay algunos locales que ya se trasladaron o finiquitaron su actividad hace tiempo, como El Mexicano. Otros acaban de completar su traslado de modo reciente.

     Se habla también de que  suprimirán las terrazas de aluminio del Puerto Deportivo, reduciendo así el aforo y fomentando el abandono. Esta medida contrasta con otras zonas de la ciudad, como la Plaza de Las Culturas, en donde sí se permite la ampliación del aforo mediante las terrazas cerradas de aluminio.

     Nota: Habrá que estar vigilantes, porque alguno de esos locales ya se ha establecido en el Barrio del Real, que hoy es un barrio residencial y el más populoso de Melilla. La instalación de estos locales altera claramente el clima social de la zona en donde se ubica. Otro anuncia su apertura en El Tesorillo y los demás están ya buscando nuevos emplazamientos. No todos pueden ir a los mismos lugares.

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Regreso al colegio y a los atascos


         A la hora en la que interesa conducir de manera fluida, no se puede por la sucesión de atascos, calles cortadas y obras, justo en las vías de acceso a los colegio o en las calles de aproximación. A todo ello se une una pésima regulación semafórica, que colapsa la ya de por sí poco fluida circulación en horas punta. Los problemas también se suceden en otras partes de la ciudad, a la hora de salida de los centros de trabajo. Un corte o una obra en una vía principal, rápidamente se transmite a otra parte de la ciudad, y a todas las vías colindantes.

         Lo desesperante no solo son las obras, que lo son, sino también la nula información previa, la ausencia de recorridos alternativos o la inexistencia de regulación humana en las vías colapsadas.

            El corte de un carril de circulación en la calle Astilleros (entre la plaza de La Goleta y la intersección con Bustamante), tuvo un reflejo inmediato en la circulación, que provocó atascos desde el llamado puente de Triana o la zona de las 3 gasolineras. Intentar cualquier vía de escape, girando hacia Marqués de Montemar e intentando salir por  1/2 Conde de Alcaudete, era liarse mas en la tela de araña.

         Se pueden entender las obras, pero no empezarlas justo en el día en el que vuelve a iniciar la actividad escolar y educativa. Se puede entender la necesidad de modernizar las canalizaciones de una ciudad, pero no la falta absoluta de información. El ciudadano queda atrapado en situaciones no planificadas y desesperantes.

           Si hay que hacer obras, se hacen, pero se deberían acelerar en los periodos vacacionales y si no hay más remedio que coincidan en épocas lectivas, estas deben agilizarse, cambiar la regulación de semáforos para permitir una mayor fluidez. Además, en horas punta y ante situaciones excepcionales, deberían  habilitarse vías de circulación alternativas y también una mayor presencia policial dirigiendo el tráfico. Cualquier cosa antes que esta sensación de caos y de falta de control.

   Así pues, y en la medida de lo posible, eviten regresar al Barrio del Real por la arteria Polavieja/Astilleros, hasta nuevo aviso, si es que eso es posible.