Agujero en playa paraiso


                   Se hunde la playa melillense de FITUR

           Estamos atentos a todo, y de aquello que no podemos darnos cuenta, nos informan los ciudadanos, como es este caso, el del agujero en «playa paraiso», antes llamada del Hipódromo, pero que tras la espectacualr puesta en escena de la Consejería de Turismo de Melilla en Fitur, la ciudadanía melillense quiere disfrutar de la misma playa que se anuncia y ofrece a los españoles peninsulares.

    No hay nadie en Melilla que no quiera disfrutar de la espectacular playa de FITUR, de los «esculturales» socorristas,  de compañeras de toalla similares a las modelos madrileñas, de esa chiringuito maravilloso chiringuito ofreciendo lo último de  «la nouvelle cousine«.  Todo el mundo quiere eso en Melilla, pero a partir del mes de abril, en cuanto apenas salgamos del invierno. Después de Semana Santa, queremos la playa de Fitur.

       Todo el mundo recuerdo con horror el estado de la playa el último verano, en donde la suciedad y la mugre estuvo a punto de destrozar el verano a los melillenses, sin los servicios ni el acondicionamento adecuado. Es verdad que estaba justificada la demora porque las elecciones fueron en mayo,  y los consejeros autonómicos no podian dedicarse a ganar las elecciones y gestionar al mismo tiempo. Nadie se olvida del inicio del verano de 2010, cuando una equivocación del «hombre del tiempo», impidió que tuvieramos las playas a punto.

            Este año, el 2012, no tiene excusa posible. Todo el mundo tiene ya ganadas las elecciones desde hace tiempo. Han sido previsores y en FITUR han anunciado que Melilla tiene una playa «paradisiaca»  y unos chiringuitos punteros. Todo el mundo va a querer venir a Melilla, incluso los de los cruceros suspendidos. Incluso see podría crear una compañía de cruceros melillenses, la Melilla Sealine, destinada a capturar turistas en playas aborrotadas del litoral europeo y traerlos a Melilla, por la fuerza o con todo pagado, eso da igual, el caso es que vengan.

            Para ello, y para que no nos cojan desprevenidos, y a pesar de que los temporales de levante de febrero todavía no han comenzado, hay que ir anotando los desperfectos, como este agujero en el litoral costero, el posible hundimiento del suelo del paseo marítimo, la inclinación de la ducha y repararlo todo en cuanto sea posible. Si en Madrid, y ante el mundo entero, se ha dicho que Melilla es un destino de Sol y playa, lo único que no podemos permitirnos, es que alguien venga y que la realidad no sea esa. Tiempo hay para cumplir con lo prometido.

Anuncio publicitario

Una casa en serio peligro


                   

     El incontenible avance del Moder-ruinismo

         Este inmueble se alza sobre la calle del Capitán Viñals y no es visible desde la propia calle, dada la altura y estrechez de la calle. Sin embargo, si se la ve desde la calle del General Margallo, se observan claramente las profundas grietas de la fachadas y sobre todo, el claro y peligroso desplazamiento del muro. Lo que no se puede entender es cómo lo que observa el ciudadano, no lo ven los servicios de vigilancia de la Consejería de Fomento o a la que correspondan todas estas cosas.

      Esto es  el epicentro del modernismo en Melilla, el espacio que supuestamente deben visitar los turistas. Edificios nuevos conviven con otros que ya deberían estar demolidos. Edificios magníficamente rehabilitados comparten la manzana con otros en deteriorado estado. Urge catalogar el estado de los inmuebles, tanto para su rehabilitación, como para su derribo.  Las casas no van a aguantar así mucho tiempo más, esta tiene un peligro inminente, aunque ahora mismo sólo sea visible desde cierta distancia.

           Habría que tener destinada una línea de crédito de rápido y fácil acceso para las rehabilitaciones, dependiendo de la gravedad del estado del inmueble. Agilizar los trámites, simplificar los procedimientos para pedir las subvenciones y elaborar, de no existir, un reglamente que permita al Ayuntamiento ordenar las obras a los propietarios. Melilla se cae a pedazos. Lo viejo convive con lo nuevo, en una simbiosis que puede romperse en cualquier momento.