El PSOE en Sevilla, recién desalojado del Poder municipal, ha denunciado que concejales del nuevo ayuntamiento sevillano, habían iniciado la contratación indiscriminada de familiares en empleos y cargos municipales. Tras la denuncia, el Alcalde del Partido Popular, Juan Ignacio Zoido, ha ordenado la rescisión de los contratos, pese a ser perfectamente legales, por entender que «no resulta estético» y que además » resulta difícil de comprender por el ciudadano».
Lo insólito no es que se contrate a familiares en ayuntamientos, diputaciones, o en cualquier lugar posible e imaginable. De hecho resulta una práctica habitual del poder político, sea del signo que sea. Nadie ha escapado a esta práctica, habitual en el franquismo, y que ha atravesado toda la etapa de La Democracia, manchando de modo permanente y con desigual intensidad a a gobiernos de todo signo y condición.
Lo insólito es que en Melilla, esta práctica no sea, ni haya sido nunca objeto de escándalo, de debate o tan siquiera de denuncia, salvo algunas muy concretas y de poco calado. Además, empieza a vislumbrase la agravante de que los familiares no son contratados de cualquier manera, en empleos humildes o poco llamativos, sino que empieza a ampliarse la práctica contratándose tanto al familiar directo como a su conyuge, y en algunos casos, en puestos de alta representación, con lo que se crean unidades familiares de «altisimos ingresos», que sortean la crisis, sin siquiera percatarse de que existe. Eso sí, las exigencias de sacrificios son siempre para los ciudadanos desasistidos de cualquier paraguas de protección partidista. El último reportaje de la revista Interviú, la del desnudo de Pilar Rubio, daba cuenta de una presunta trama de este tipo en Melilla. La reacción del Poder político no fue investigar si era cierto o no, sino amenazar con el arma de «las querellas de racimo», en la que tan culpable es quien lee la revista como quien realiza la denuncia.
La práctica del enchufismo, del amiguismo, trae consigo la fidelización del voto, pero sobre todo, resulta demoledora para la moral pública y personal. Uno se acostumbra a esta práctica corrupta de «exigir el derecho como un favor, y el pedir el favor como un derecho». Aparte de la pérdida abosoluta de la confianza en el propio esfuerzo como garantía de la consecución de un empleo, se añade la visualización de que al «desamparado» de cualquier partido o fuerza protectora, sólo le espera la posibilidad de encontrar un puesto de trabajo no demasiado apetecible y poco remunerado, la cola de la oficina del desempleo, barrer las calles y limpiar los márgenes de los ríos.
Reivindiquen para sus hijos el mismo futuro que «ellos» planean y diseñan para los «suyos». Para acabar trabajando en Zara de dependiente/a, en un plan de empleo o de barrendero, siempre habrá tiempo. La igualdad de oportunidades, debe ser una exigencia política irrenunciable.
(2)http://elpais.com/diario/2011/05/20/galicia/1305886695_850215.html
(3)http://www.libremercado.com/2012-02-15/rajoy-limitara-el-sueldo-de-alcaldes-y-concejales-1276450170/
(5)http://myguidestar.blogspot.com/2008/10/vergonhosa-resistncia-do-nepotismo.html