Jugársela a diario en los cruces


  Este cruce tiene un elevado riesgo, porque siempre hay que atravesar la circulación proveniente de Álvaro de Bazán, y la que asciende del Paseo Marítimo. Sin regulación semafórica tiene un elevado riesgo, porque hay gente que viene «volada» por las calles. Da igual el momento del día en el que se intente, porque siempre llega el tráfico de costado. Eso sí, hay horas de mayor saturación que otras. El problema que tiene es que los «segundos de paso» son los que son, y que generalmente se usa el cruce en dirección Músico Granados, por lo que la embocadura queda saturada enseguida, y se forma una cola que bloquea tanto la circulación que procede de Álvaro de Bazán, como la que sube girando del Paseo Marítimo.  A veces no queda más remedio que el propio coche intercepte parte del cruce. No hay otro remedio si se quiere pasar por ahí.

      El asunto no tiene remedio, porque aunque uno pretenda girar a la derecha y cambiar de dirección en la zona de la Comisaría de Policía, hay que esperar a que la cola que sube del Paseo Ciudad de Málaga evacue hasta el último coche, porque el intento de cruzar de modo frontal, impide cualquier giro. Todo está mal diseñado, porque en esta zona debería haber tres carriles, uno de bajada y dos de subida, de modo que el central fuese para seguir en dirección de la calle Músico Granados y el carril derecho para girar hacia la Plaza de España.

             De esto se da cuenta cualquier automovilista, sobre todos los que por razón de trabajo tienen que usar el coche de modo constante. Para el conductor ocasiona, todo resulta demasiado incómodo y sobre todo, arriesgado.

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Inmigrantes frente al Gobierno, en Melilla


      Congoleños y saharauis  frente a La Delegación del Gobierno

      Manifestarse es un derecho constitucional, hacerlo frente a la Administración, ya sea local o estatal es la vía más rápida para dar a conocer los problemas de un colectivo. Es también lógico. En los primeros años de la década de 1990, Melilla empezó a ser destino de la inmigración centroafricana. España se dio a conocer ante el mundo con la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona y se quiera o no, Melilla es la una de los dos posibles puertas de entrada a Europa.

          El primer impacto de la inmigración lo recibió el entonces Delegado del Gobierno, el socialista Manuel Céspedes, en una ciudad que se encontraba frente a un problema inédito y sin medios para resolverlo. La expulsión de los inmigrantes centroafricanos a la  » tierra de nadie», convirtió un problema local, en un escándalo europeo. Parecía que nadie iba a poder superar una acción semejante y sin embargo, el nuevo Delegado del PP en Melilla, Enrique Beamud, en junio de 1996, recién estrenado en el cargo, deportaba, en una acción espectacular, a 90 inmigrnates, previamente adormecidos con «haloperidol». La frase del entonces Presidente José Mª Aznar: «Teníamos un problema y lo hemos solucionado», en referencia a Melilla, dió la vuelta completa al Planeta Tierra.

            Parecía que las dificultades del anterior Delegado del Gobierno, el socialista Gregorio Escobar (2007-2010), tampoco iban a tener parangón, sin embargo, el nuevo Delegado en Melilla, Abdelmalik El Barkani, empieza su labor condicionado por los mismos problemas que sus antecesores, unos problemas que son inherentes a la difícil situación  de la Delegación del Gobierno en Melilla.

            Lo que sí hay que reprochar y mucho al PP, es su actitud desestabilizadora cuando está en la oposición, frente a los gobiernos socialistas. La visita de 2010 de José María Aznar a la frontera de Melilla, que llenó de orgullo al Presidente Imbroda, fue institucionalmente injustificable, por que se trataba de un ex presidente del Gobierno de España, y debería haber solicitado la autorización, o haberla comunicado al entonces Presidente Rodríguez Zapatero.

           Durante  meses y solo con el fin de desgastar y erosionar la imagen de la Delegación del Gobierno socialista, permitieron, auspiciaron y/o ampararon  en algún modo,  una acampada en la Plaza de España y frente a La Delegación, en defensa de dos ciudadanos (uno español y otro belga), reclamados por Marruecos por su presunta colaboración con redes de terrorismo islamista.

      Hoy, el principal y gran problema de La Delegación del Gobierno son el poblado de chabolas del CETI melillense, la larga permanencia en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, y la no admisión como refugiado político, de un inmigrante saharaui. En definitiva, el PP empieza su labor en Melilla, lastrado y condicionado por la actitud que desarrollaron cuando eran oposición. No eran problemas de los socialistas, ni de Zapatero, sino uno inherente a la situación geográfica de Melilla. La diferencia es que antes se ponía altavoz a todos estos incidentes y ahora se utiliza la sordina.