Con esta plácida y bella imagen del embalse de Las Adelfas de Melilla, inicio el descanso del periodo estival. El estío es necesario para desconectarse del estrés, tanto del cotidiano, como del cibernético. Hace dos meses y medio inicié este, para mí inédito, camino del blog, envuelto en una incertidumbre absoluta. En los inicios de algo casi nadie puede saber a dónde va a conducir una determinada aventura o proyecto. Ahora, la senda ya está trazada y las 3750 visitas en 45 días constituyen una cifras que me llenan de satisfacción, porque uno presenta un proyecto, pero necesita ser secundado y conseguir hacerlo interesante, que aporte algo a la comunidad en que se vive.
Aportar luz, mirar en donde otros han mirado y ver lo que otros no han visto. Crear una comunidad y mantenerla con hilos invisibles. No eludir entrar en terrenos en donde nadie se atreve, pero tampoco hacerlo con temeridad. Hay muchas sensibilidades diferentes en una misma ciudad. Todos somos parte de ella. Nunca hay un único modo de ver las cosas. También mencionar los 61 comentarios, que indican que se empieza a considerar a El Alminar de Melilla, como una opción para expresarse.
Al final, el Alminar es de todos y eso era lo que pretendía. Como dice la mecánica cuántica: «El observador modifica el hecho observado».