Ánimas sin nombre


             Los que ya no tienen nombre

    En Melilla, tan importante como los cultos paganos de «el soldado de los milagros», del curandero «Antonio Moreno», o de otras diversas tumbas del cementerio, son lo que se conoce como «la fosa de las ánimas» del cementerio antiguo o histórico y la gran fosa municipal, que está al principio de las escalinatas que conducen al osario de la hecatombe de Monte Arruit. En esta última fosa, además de todos aquellos a los que le caducan las tumbas y enterramientos temporales, están la mayor parte  de los represaliados por el franquismo, a los que no se les permitió tener tumbas a perpetuidad. El franquismo, siniestro y vengativo, temía que las tumbas de aquellos que murieron en defensa de La República, acabaran conviertiéndose en lugares de culto popular y por ello, pasados los cinco años, enviaba los restos de todos a la fosa común y así nadie pudiera identificarlos nunca. Esta fosa municipal, que en realidad son tres consecutivas, alberga, entre otros muchos, los restos del martirizado exsacerdote  Diego Jaén Botella.

          La fosa de «las ánima benditas», que es como se la conoce en Melilla, es en realidad la fosa común del cementerio histórico o del primer cementerio de Melilla, tras la expansión del territorio. La gente la venera tanto como a las otras afamadas tumbas que han dado celebridad al cementerio melillense, pero a decir de mucho, es la más potente de todas en cuanto a eficacia milagrera. Las leyendas e historias que cuenta de «las ánimas» en Melilla, dan para escribir un libro, la única advertencia que se hace, es que si se les pide un favor a «las ánimas», hay que tener cuidado en no incmumplir la promesa realizada una vez obtenido el favor.

  Nota: En las fosas municipales, deberia instalarse una placa que recuerde a los represaliados por el franquismo, con los nombres de todos los que se tenga cosntancia de que están allí enterrados (como sí han hecho en Ceuta).

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Parque Lobera, espacio medieval islámico


 

              La amenaza se cierne sobre el parque Lobera

   Han quedado tan orgullosos de la «milenaria y millonaria» remodelación del parque Hernández, que ahora prometen nuevos gastos suntuarios en el parque L0bera, con fuentes y plantas de mil colores de fantasía. Nos prometen recrear el jardín del Edén, o la nueva versión de los jardines de Babilonia, con un paseo «histórico » que se iniciará en el fuerte de Victoria Grande y llegará hasta el mencionado parque. Será una senda mágica que conectará el pasado con el presente y nos transportará hacia el futuro. Pero esto es la propaganda y la ensoñación.

   Lo que está claro, fuera de los sueños infantiles, es que el parque Lobera era un espacio medieval islámico de tipo rural. Todas las prospecciones realizadas allí, han hecho aparecer silos para almacenamiento de grano (islámicos o bereberes), abundante  cerámica (casi toda de factura musulmana), e infinidad de restos. Históricamente también han aparecido restos romanos por las inmediaciones. Como se ve en esta foto que nos cede amablemente un colaborador de El Alminar, los restos están prácticamente en superficie, lo que quiere decir, que aquí, por ser un lugar de interés arqueológico de primer orden, no se puede remover el suelo sin excavar y prospectar antes, toda la superficie del Parque. La Ley de Patrimonio Histórico español protege este tipo de suelos, y si hace falta presentar una denuncia en los juzgados, ante el riesgo de pérdida de patrimonio arqueológico, se hará, que no les quepa duda alguna.

        El parque Lobera necesita arreglos y sobre todo mantenimiento, que es lo único que no hacen, pero respetando el entorno, la historia del suelo y sobre todo, la esencia y las características de este parque. El parque Lobera es un espacio muy agradable, en donde solo se oyen los sonidos de la naturaleza. Así que si pretende venir aquí a instalar fuentes de mil colores con banda sonora de Bonnie Tyler y ruido ambiental, que vayan pensando otra opción.

Nota: En la foto se aprecia la existencia de una cerca de caliza amarilla, del mismo color que la muralla de La Florentina, igual que otra que hay enterrada bajo la falsificación de La Plaza de Armas, igual que la que apareció en la batería de la Muralla Real (estos últimos fueron pasados por la piqueta). Esas similitudes hacen pensar que proceden del mismo periodo histórico, que son de la misma factura y traza, y nos situarían, casi con toda seguridad, en la Melilla medieval musulmana.       En el plano se ven claramente dónde estaban las construcciones existentes a la llegada de los españoles. Casi todo lo que queda está en la zona del parque Lobera.