La Consejería de Seguridad Ciudadana hace ya mucho tiempo que es solamente un nombre en Melilla. No critico a la Policía Local, que bastante hace con mantenerse en pie, teniendo tales responsables a su frente. Tampoco lo digo porque sean más eficaces que otros anteriores, sino porque las Consejerías se están otorgando como recompensa y no se está buscando la eficacia o personas que pertenezcan al mundo de la Seguridad Ciudadana. Se escoge simplemente al que ha servido bien al partido o al jerarca, sin importar lo más mínimo el perfil profesional.
El masivo y descontrolado corte de calles. La realización de obras «a granel», sin prever las vías alternativas, sin información previa al ciudadano sobre qué calles están cortadas o cuales abiertas, están convirtiendo a Melilla en un permanente caos de tráfico. Se circula en tensión, en atascos interminables, con desregulación absoluta de semáforos, en permanente estado de estrés y sobre todo, se circula con los coches por bancales y caminos de carros. No existen en Melilla cien metros continuos de asfalto liso, sin triturar. Todo son zanjas mal cubiertas, con firmes de diferentes tipos, con zonas hundidas del pavimento. Se circula en permanente peligro y todos los días ocurren accidentes graves. Parece que ya no existen, porque ya no se reparte ni publica el parte semanal de accidentes.
Cuando algo no interesa, simplemente se toma la medida de hacer desaparecer la información relativa a determinado aspecto. Sin embargo, lo que uno ve en la calle es algo distinto. Y si no me creen, pregunten en las compañías de seguros. Este accidente aparatoso y grave, y ha sucedido apenas unos minutos antes de que yo cruzase por la zona, calle Luis de Ostáriz en cruce con calle del Hospital Militar. El descenso de Ostáriz hacia Altos de la Vía ha sido cortado para realizar una nueva obra, la de los miles de kilómetros de nuevas tuberías. Todo es una lotería, un puro juego de ruleta, que le puede tocar a cualquiera.
La iluminación en la zona es pésima. La información nula. No están los tiempos para dejarse los coches o la integridad física, gracias a una deficiente gestión de la Seguridad Ciudadana.