No todo puede ser política o misterios insondables, aunque reconozco que los mutuos descubrimientos de «las galerías y cuevas de Melilla» han resultado emocionantes. Sin embargo, lo cotidiano, las pequeñas dificultades con las que nos enfrentamos a diario, son las que marcan y condicionan nuestras vidas. Esos pequeños problemas sin resolver durante años, son lo que nos exasperan y los que definen una buena gestión o no.
La carretera de circunvalación o perimetral fue todo un lío, porque antes de 1994 allí no existía nada, por no haber no existía ni siquiera frontera. En la etapa final del gobierno de Felipe González (1994), se construyó la que entonces se denominó como carretera perimetral. En 1995 se llevó a cabo la impermeablización fronteriza, que consumió un presupuesto de 2000 millones de pesetas en Melilla y 3200 millones en Ceuta. Todo fue costeado con cargo a los fondos FEDER (fondos europeos de desarrollo).
La carretera no contaba con puentes y tenía una enormes y peligrosos badenes que la asemejaban a una montaña rusa. Manuel Céspedes era entonces el Delegado del Gobierno en Melilla y justificó la ausencia de puentes diciendo que: «No podía haberlos, porque al tratarse de una carretera perimetral, debían respetarse los accidentes del terreno». Al final acabaron construyéndose los puentes, aunque ya no recuerdo si en la etapa de José Mª Aznar o en la próxima a extinguirse de Rodríguez Zapatero. Quiza algún colaborador nos saque de la duda.
Quien conduce por la carretera de circunvalación lo sabe. Todos los puentes y las eliminaciones de badenes resultaron un acierto, porque aparte de eliminar el peligro, evitaron los cortes de circulación que se producían en las épocas de lluvia, al quedar inundada la parte baja de los badenes. Sin embargo, éste que está junto al CETI y en el acceso a la carretera de Farhana es un peligro, porque está mal construido y el coche se hinca de morros al acometer el cambio de rasante, que es demasiado abrupto. Si uno no lo tiene en cuenta o no lo conoce, se puede dejar en ese punto al amortiguación o las gomas.
No hay ninguna señal que advierta del peligro de un badén peligroso. No parece que haya un plan previsto para arreglar ese desnivel. No aprece que nadie se haya dado cuenta. No sé si a alguien le importa.