La gestión de una ciudad es esto. Es también dar la mayor oferta posible de opciones, gastando la menor cantidad de dinero que se pueda. Esta última ecuación es imposible de entender o aplicar en Melilla, también en otras ciudades de España, pero claro, la que nos afecta es la nuestra, porque es en la que queremos las cosas. Llega un fin de semana y ya no hay ningún lugar al que llevar a los niños/as que no sean los habituales parques. Las bibliotecas están cerradas y no hay lugares en donde puedan llevar a cabo actividades lúdicas de mesa o de aprendizaje. En esta zona del parque se eliminó la antigua y tradicional pista de baile y patinaje y ya no hay niños por esta zona. Es una parte abandonada y solitaria del Parque Hernández.
Cualquier cosa sería más deseable que este estercolero, un basurero de lujo en el centro de la ciudad. Se podría hacer una sala de proyecciones de películas infantiles. Una televisión plasma de grandes dimensiones, unas cuantas butacas, un reproductor DVD y no sería difícil emplear esta sala en cosas provechosas para los niños/as. Tampoco sería caro. Incluso se podría instalar un pequeño «ambigú» con meriendas a bajo precio para los niños. Podría estar incluido el bocadillo y la proyección de la película infantil. Ideas sobran, pero no hay voluntad de salir de esta entropía que devora a la ciudad de Melilla. Es una inercia que corroe y va degradando la ciudad poco a poco.
Se gastaron 3 millones de euros en la reforma de este parque. Se acaban de pedir otros 8 millones para inversiones, en general, pero lo que tenemos, son estas cosas.
Recuerdo haber ido hace muchos años a ese sitio. Era una ludoteca y jugábamos al pin-pon y había todo tipo de entretenimiento, lectura, juegos de mesa etc. Mi madre encantada en verano, la pobre no sabía qué hacer conmigo. Menos vinitos y más reformas leches. Con 18.000 euros seguro que se pueden hacer muchas más cosas que emborracharse.
Mi hijo también era usuario de este sitio,(creo que aún conservo su carnet de socio), no solo yo estaba encantada, sino que a el le «molaba», ir con los amigos.
Ahora tu hijo es un muchacho espléndido, tu una madre orgullosa, él es doctor en medicina y el lugar en donde jugaba de niño, es ahora una ruina.
Me ha salido hasta con rima, o debería decir grima.
«La entropía siempre aumenta»
Gracias Enrique por tus palabras.
Seis años después, la ludoteca sigue cerrada y abandonada.