Los ejemplos que hacen falta


          

                                   Monseñor  Buxarrais entre nosotros

            El último invierno ha sido muy duro en Melilla. Ha habido temperaturas tan bajas que nadie las recordaba. Ramón Buxarrais Ventura es un obispo emérito de la diócesis de Málaga que en 1991 renunció  a serlo. Estaba aparentemente en el esplendor de su carrera y en una buena edad, pues apenas había sobrepasado los 60 años. sin embargo, él deseaba vivir como un cura y por eso escogió ser capellán del Centro Asistencial de Melilla. ¿Pueden imaginar a un general que renuncie a todo por volver a servir en el ejército como soldado?. ¿ Alguien ha visto a algún político renunciar voluntariamente a sus cargos y volver al empleo anterior?.  

         No conozco a nadie del primer caso y sí del segundo. No sé si se acuerdan del asturiano Gerardo Iglesias, exsecretario general del partido comunista, ex diputado del parlamento español. Cuando fue relevado de su cargo en el PCE, volvió a la mina asturiana, completó el tiempo que le quedaba para obtener el derecho a la jubilación y abrió un restaurante de comidas caseras en su localidad natal de Mieres.  Hoy, con la reforma laboral que el PP tiene en marcha y de la que ya ha aprobado parte, Gerardo Iglesias hubiese sido despedido sin más.

        La renuncia de monseñor Buxarrais a su dignidad episcopal es algo de rango equivalente. Lo dejó todo para vivir como un simple cura, o sacerdote. Desde el pasado mes de noviembre, cuando las Hijas de la Caridad abandonaron Melilla, se impuso la obligación de decir misa todos los días, a las diez  horas de la mañana. Pese al frío, pese a los padecimientos físicos que arrastra desde que abandonara la diócesis malacitana,  pese a sus 83 años, no ha faltado un solo día a su misa. Le he seguido con atención durante estos meses y he trabado amistad con él.  Le he visto dar misa para una sola persona. Otras  le acompañan una o dos ancianas del Centro Asistencial. Las veces que más ha llenado su misa estaba frente a cinco feligreses.

      Ejemplos como el  suyo son necesarios, y afortunadamente los hay también en otros campos de la actividad humana.  Su caso es de gran notoriedad y ha pasado muy desapercibido durante estos últimos 20 años. Estaba a nuestro alrededor y no lo veíamos. Sólo ha faltado en dos ocasiones para recibir tratamientos especializados en Barcelona. El último lo recibió en las dos primeras semanas de marzo. Ahora, de nuevo, Buxarrais está con nosotros.

            También sigue  ahí el ejemplo de Gerardo Iglesias, al que muchos ya han olvidado. Parecen dos ejemplos muy distintos, pero en realidad, si lo piensan detenidamente, no lo son tanto. Y lo más fácil es establecer una rápida unión por su apellido, Iglesias.

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