Hay una cosa peor que un maleante: Un hombre corrompido en un puesto político importante, un hombre que pretende estar haciendo observar la Ley y que en realidad está cogiendo pasta de alguien que la infringe. Ni un golfo que se respete quiere nada con esa clase de tipos. Los compra como lo haría con otros artículos necesarios para su comercio, pero en el fondo los odia». Al Capone
Esta frase de al Capone es demoledora, porque realmente la corrupción es demoledora. El problema es identificar cuál es la corrupción intolerable y perseguida por los Tribunales de Justicia y cual es la que se admite como normal y de la que nadie se avergüenza. La caída del ex presidente de Baleares Jaume Matas, ex ministro de la época de José Mª Aznar es todo un símbolo. Ha tenido realmente que inflarse durante años, para que le alcance una condena. Sin embargo a Francisco Camps, le absolvió un Jurado Popular porque la gente no identifica lo que hizo como corrupción y eso es lo grave.
Comportamientos corruptos los hay a cientos, en cualquier ciudad de España, desde las ciudades más grandes hasta el más ínfimo de los villorrios, algunos con pretensiones. Nepotismo, clientelismo, amiguismo, subsidiar a empresas creadas «ad hoc» para recibir subvenciones, son comportamientos corruptos, por mucho que sean casi imposibles de perseguir y mucho más de condenar. Son cosas que no están tipificadas penalmente de modo claro, o ni siquiera lo están, lo que convierte estos comportamientos en inmunes a cualquier tipo de sanción. Para evitarlos haría falta estar armado de una ética personal y política que no existe, no se posee y tampoco se fomenta.
Solo existe una actitud de denuncia cuando se está en la oposición, pero rápidamente se cae en esa práctica cuando se ejerce el gobierno. Se ve perfectamente como, quienes han tragado con píldoras de cemento durante años, no toleran las más mínima mota de polvo en la hombrera en cuanto se les ha dejado fuera del círculo íntimo, de la capa interna de la cebolla.
Lo peor sigue siendo la tolerancia ciudadana hacia ciertas prácticas generalizadas. Lo peor es también el desarme de esa misma ciudadanía mediante controles férreos de los medios de comunicación. La mayor parte de la gente vive engañada porque la información que se le transmite está adulterada. No hay manera de atisbar la realidad de lo que está pasando y a quien se atreve a denunciarlo o a combatirlo se le persigue hasta el infinito y más allá.
Han conseguido convencer a la gente de que aquellos que tienen un trabajo, una nómina fija y que tributan hasta el último euro de sus ingresos (cosa que no ocurre con los empresarios), son los culpables de la situación actual y que sobre ellos debe recaer las carga fiscal y deben pagar por una situación que ellos no han generado, y de la que no son responsables. La gente ve con claridad las supuestas incongruencias de los sindicatos, pero no ve lo que han hecho los empresarios a este País. ¿Dónde está el último presidente de los empresarios españoles, el Sr. Díaz Ferrán?. Pues está siendo juzgado por arruinar y desfalcar a sus propias empresas. Todo un paradigma. Todo un síntoma.