Elecciones transparentes


        Si en algo me he acostumbrado a mi trabajo, además del gusto por las estadísticas, es a  la transparencia en los procesos electorales. Por eso, cuando acudí el pasado día 25 de marzo a la Iglesia de La Purísima, para participar en el proceso electoral de La Congregación, me quedé helado al comprobar que la cabina de votaciones no existía, que se estaba obligado a coger las papeletas prácticamente delante de todo el mundo. El otro detalle que activó mi alarma fue que no existía sobre en donde meter la papeleta, con lo cual, pese a que doblé cuatro veces la papeleta de mi voto, tuve  la sensación de que no servía de nada.

            El detalle de la papeleta transparente era muy fino, porque aunque se doblase por la mitad, tampoco se escondía la intención de voto, como puede comprobarse en la fotografía. Todo era transparente, aunque yo creía hasta ese momento, que la transparencia electoral era otra cosa. Una cosa es no tener secretos ante Dios y otrra carecer de ellos ante los hombres y mujeres.

            El cuarto detalle (ausencia de cabina, ausencia de sobre y papeleta transparente), era que prácticamente toda la Mesa Electoral, o parte de ella,  formaba parte de una de las candidaturas presentadas. En lo que no me fijé fue en el sistema de señales, por si fallaba el asunto de las papeletas transparentes. No es buscar defectos, o ir a perseguir el error, es simplemente que de cosas así, dependen claramente un resultado electoral. Reitero que hay al menos 4 motivos para impugnar esas elecciones. La victoria se produjo solo por nueve votos. Ya me lo advirtió mi cuñado Manolo: Tú en una cofradía, no duras ni una levantá.

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Semana Santa 2012 en Melilla


         

 

                        Ayer empezó la evacuación de la ciudad con destino a todos los puntos imaginables de la península y de Marruecos, tras iniciarse las vacaciones de Semana Santa en los colegios de Melilla. Durante el fin de semana se seguirá evacuando la ciudad de modo ordenado, por parte de trabajadores privados  y estatales. En unos días la ciudad quedará casi desierta, prácticamente con el personal de guardia. Esta es la idiosincracia de Melilla y también el gran cruz de nuestra Semana Santa. Hay que buscar un modelo de Semana adaptado a las especiales circunstancias de nuestra ciudad, más pequeño, más concentrado y a la vez más intenso. Solo así podrá sobrevivir esta tradición religiosa de la población cristiana de Melilla, que no es toda la bautizada.

         Una casualidad santa, provocó que ayer El Alminar dispusiera del bonito, cuidado y probablemente caro programa semanosantero melillense. En esta edición han participado todas las cofradías de Melilla, muchos particulares, el eclesiólogo José Luis Blasco, Carlos Rubiales, poetas de Melilla del Sindicato Nacional de Escritores,  y el Grupo Photowalk Melilla. Digo una causalidad santa, porque el programa ha sido  puesto en circulación muy tarde, y también por que a pesar de haber hecho «pasillo» en los arrabales de la nomennclatura, en el kiosco de Turismo frente al Casino Militar, en los aledaños de la Vicaría Episcopal, y de casi mendigar a particulares vinculados a las cofradías, no pude hacerme con él.

             Ya me había olvidado del programa, había renunciado a hacerme con un ejemplar, cuando alguien que en modo alguno esperaba, y que nunca había identificado como católico practicante, puso en mis manos un ejemplar del Programa Oficial de la Semana Santa de Melilla. Sé que la nomenclatura lo recibe mediante el envío de sobres personales e individuales. No es algo que me importe. Yo solo quiero disponer de un ejemplar en lugares concretos y en las colas en donde los que pertenecemos al  pueblo llano,  obtenemos las cosas. Como idea apuntar a que para próximos años, se confeccionen unos programas pequeños, de mano, y que se repartan día a día, con los itinerarios, los horarios y la composición de las procesiones .

Estación, plaza de culturas y cintas de churros


          

                El antiguo edificio de la estación de autobuses le daba un aire singular a esta plaza, aunque se fue desmontando a lo largo de los años. En lo que quedaba de él,  existían cuatro establecimientos comerciales muy característicos, de los que dijeron que se quedarían allí. El parking público era absolutamente necesario y la plaza se ha convertido en un lugar de encuentro de los melillenses, en un lugar en donde se puede estar sin la invasión de los coches. A día de hoy sigo pensando que se podría haber mantenido este edificio, pero eso ya no es el caso, porque se buscaba asegurar la visibilidad de Melilla La Vieja.

           Justo al lado del  edificio del Hotel Anfora, en lo que era el fuerte de San Miguel, se va a construir el Centro Tecnológico y hay que construir un vial de acceso al tráfico rodado. Lo van a tener difícil porque allí hay restos de las fortificaciones del siglo XVII y aunque las catas arqueológicas no han dado resultados positivos, nunca se puede estar seguro de que no aparezca algo inesperado, aunque tampoco quiero hablar de eso en este momento.

          Me interesa solo la churrería, de la que ya hemos hablado en El Alminar. Una churrería que debería haber vuelto a la plaza, pero que en una decisión incalificable, fue relegada y postergada. Hoy están en medio de una zona de obras, y me consta que quieren hacer ( la Consejería de Fomento), un nuevo apaño. Quieren dejarla en ese lugar, entre grúas, hormigoneras y camiones de obras subiendo y bajando por las inmediaciones, lo que es un auténtico despropósito, cuando lo que debieron hacer en su momento es darle el local que les correspondía en la plaza de Las Culturas, de la que dejaron fuera a una cultura concreta, a la de los churros me refiero.

        Alguien tomó hace diez años la decisión de dejar fuera de esta plaza a la churrería, y desde entonces nadie se ha molestado en explicar el por qué, ni se han puesto los papeles encima de la mesa. Una decisión injusta se puede enmascarar bajo una maraña de vericuetos administrativos, para que la decisión tomada, siendo   igualmente injusta, sea perfectamente legal, salvo que los Tribunales de Justicia dictaminen otra cosa. ¿Qué van a hacer ahora, repararán el daño hecho, tienen realmente la intención de tomar ahora una decisión correcta?.

            El aspecto interno y externo de la churrería  es lamentable, mientras que los negocios instalados en La Plaza están progresando de modo evidente. Han hecho un daño claro a uno de los establecimientos más representativos del centro de Melilla. Tendrán que decidir algo en un tiempo muy breve. Las obras han empezado y la situación actual no se puede mantener más tiempo. Cinco familias dependen de la actividad de ese local.

        Nota:  https://elalminardemelilla.com/2012/01/09/la-churreria-olvidada/

Frente al Capital y contra la desprotección social


           » Opresores y oprimidos, siempre frente a frente, enfrentados en una lucha ininterrumpida, unas veces encubierta, y otras franca y abierta. Desde el principio de la historia, nos encontramos siempre la sociedad dividida en estamentos, dentro de cada uno de los cuales, hay a su vez, una nueva jerarquía social, con grados y posiciones. El poder público es, pura y simplemente, un consejo que gobierna los intereses colectivos de la clase burguesa.. La burguesía no dejó en pie más relaciones entre las personas que el simple interés económico, el del dinero contante y sonante.

       La burguesía ha convertido en sus servidores al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia. La burguesía no puede existir si no es revolucionando permanentemente los instrumentos y los medios de producción, que es como decir todo el sistemea de la producción y, con él, todo el régimen social. La burguesía va concentrando cada vez más los medios de producción y la propiedad. La burguesía, como clase dominante ha creado energías productivas muchos más grandiosas y colosales, que todas las pasadas generaciones juntas».    Karl Marx, 1891.

       Sorprende la absoluta vigencia del análisis de  Karl Marx,  escrito hace ahora 120 años, en el libro titulado El Manifiesto Comunista. Nos encontramos pues ante el inicio de una lucha abierta y franca, en donde el Capital y sus intereses dominantes, han mostrado ya claramente que quieren acabar con las conquistas sociales de los trabajadores, conseguidas a lo largo de una lucha que ha durado siglos. Los gobiernos no resultan más que meros instrumentos en sus largas, avariciosas e insaciables manos. La única alternativa, además de la de resistir, es escoger entre quienes ofrezcan una mayor protección y se resistan en lo posible a su voracidad (socialdemócratas), o echarse directamente en manos de quienes representan en parte, si no de manera completa,  esos intereses (la derecha en sus diversos modos). 

            La derecha, la burguesía, han modificado sus contornos, sus perfiles, su aspecto,  pero en esencia, todos juntos, se comportan como una clase social. Defienden siempre sus intereses y los de los suyos, el del Capital al que representan y protegen. Ocurre que no tiene más remedio que mantener el  grado de protección social conseguido por los trabajadores, pero no porque crean en él, sino porque necesitan de la estabilidad social para seguir engordando sus inabarcables intereses.

           Los periodos de gobiernos de derechas se han distinguido en España, por aumentar las desigualdades sociales, y por seguir concentrando cada vez más capital y más propiedades en las mismas, o en unas pocas manos más. La única vez que estuvieron más cerca de perder la partida, fue durante la II República española y por eso, conspiraron para derribarla desde el día siguiente de su proclamación.

           Está claro que se han cometido muchos errores y se seguirán cometiendo, en la defensa del trabajador, en la defensa de los débiles y de los desprotegidos, pero que nadie caiga en el error de creer que otro trabajador es su enemigo. La burguesía, la banca, la patronal, tienen muy claro en qué lado están y qué intereses defienden. Son una clase social y como tal se comportan.   El error del trabajador, da igual que sea  médico,  maestro, juez u obrero, es no saber a veces en qué lado está, en pensarse que tiene acceso a una clase social a la que nunca pertenecerá, salvo excepciones; y en luchar contra otros trabajadores, en vez de hacer frente a quienes realmente y ya de modo abierto, le quieren quitar los derechos obtenidos por su trabajo, que es por lo que percibe un salario,  que nadie le regala y que es exactamente el justo. Como decía León Trosky: «El Capital nunca regala el dinero».