» Opresores y oprimidos, siempre frente a frente, enfrentados en una lucha ininterrumpida, unas veces encubierta, y otras franca y abierta. Desde el principio de la historia, nos encontramos siempre la sociedad dividida en estamentos, dentro de cada uno de los cuales, hay a su vez, una nueva jerarquía social, con grados y posiciones. El poder público es, pura y simplemente, un consejo que gobierna los intereses colectivos de la clase burguesa.. La burguesía no dejó en pie más relaciones entre las personas que el simple interés económico, el del dinero contante y sonante.
La burguesía ha convertido en sus servidores al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia. La burguesía no puede existir si no es revolucionando permanentemente los instrumentos y los medios de producción, que es como decir todo el sistemea de la producción y, con él, todo el régimen social. La burguesía va concentrando cada vez más los medios de producción y la propiedad. La burguesía, como clase dominante ha creado energías productivas muchos más grandiosas y colosales, que todas las pasadas generaciones juntas». Karl Marx, 1891.
Sorprende la absoluta vigencia del análisis de Karl Marx, escrito hace ahora 120 años, en el libro titulado El Manifiesto Comunista. Nos encontramos pues ante el inicio de una lucha abierta y franca, en donde el Capital y sus intereses dominantes, han mostrado ya claramente que quieren acabar con las conquistas sociales de los trabajadores, conseguidas a lo largo de una lucha que ha durado siglos. Los gobiernos no resultan más que meros instrumentos en sus largas, avariciosas e insaciables manos. La única alternativa, además de la de resistir, es escoger entre quienes ofrezcan una mayor protección y se resistan en lo posible a su voracidad (socialdemócratas), o echarse directamente en manos de quienes representan en parte, si no de manera completa, esos intereses (la derecha en sus diversos modos).
La derecha, la burguesía, han modificado sus contornos, sus perfiles, su aspecto, pero en esencia, todos juntos, se comportan como una clase social. Defienden siempre sus intereses y los de los suyos, el del Capital al que representan y protegen. Ocurre que no tiene más remedio que mantener el grado de protección social conseguido por los trabajadores, pero no porque crean en él, sino porque necesitan de la estabilidad social para seguir engordando sus inabarcables intereses.
Los periodos de gobiernos de derechas se han distinguido en España, por aumentar las desigualdades sociales, y por seguir concentrando cada vez más capital y más propiedades en las mismas, o en unas pocas manos más. La única vez que estuvieron más cerca de perder la partida, fue durante la II República española y por eso, conspiraron para derribarla desde el día siguiente de su proclamación.
Está claro que se han cometido muchos errores y se seguirán cometiendo, en la defensa del trabajador, en la defensa de los débiles y de los desprotegidos, pero que nadie caiga en el error de creer que otro trabajador es su enemigo. La burguesía, la banca, la patronal, tienen muy claro en qué lado están y qué intereses defienden. Son una clase social y como tal se comportan. El error del trabajador, da igual que sea médico, maestro, juez u obrero, es no saber a veces en qué lado está, en pensarse que tiene acceso a una clase social a la que nunca pertenecerá, salvo excepciones; y en luchar contra otros trabajadores, en vez de hacer frente a quienes realmente y ya de modo abierto, le quieren quitar los derechos obtenidos por su trabajo, que es por lo que percibe un salario, que nadie le regala y que es exactamente el justo. Como decía León Trosky: «El Capital nunca regala el dinero».