La única calle bien cuidada


         Esta es la calle Ejército Español y es la única bien cuidada de Melilla, es más, está como deberían estar todas. La asfaltaron y pintaron justo antes de las elecciones. Los contenedores soterrados son baldeados a diário y no despiden mal olor. Todo el mobiliario urbano está en condiciones.  ¿Porqué ?. Pues porque el Gobierno Local la recorre todos los días, o todas las mañanas, camino del desayuno de trabajo que celebran en una cafetería de las inmediaciones. Si se necesita una actuación urgente, es una buena oportunidad  para departir con el Gobierno de Melilla en persona. Cerca está la sede del PP y también el «reinventado Teatro Kursaal» . Es la calle más política de Melilla. Es en la que se decide el destino de los ciudadanos y de las elecciones. En ella está también la sede de Coalición por Melilla, pero seguro que no es por ellos por lo que la tienen tan arreglada.

              Hay quien la llama La Calle de El Pardo y como es algo antiguo el comentario, hay que explicarlo.

       El Generalísimo Franco vivía en El Palacio de El Pardo, que es en donde estaba la sede de La Jefatura del Estado en el anterior Régimen (autoritario que no dictatorial). Franco iba hacia Madrid y volvía a su residencia por la carretera de El Pardo y por ese motivo, esa carretera estaba en perfectas condiciones siempre y la gente del pueblo de El Pardo decía, que era la carretera mejor cuidada de España.

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Poniente seco e incendio en Tardif


            Dos días de poniente  y el riesgo de incendio se eleva. Este se ha desencadenado esta mañana hacia el medio día. El humo denso proviene de la vegetación seca y de pinos ardiendo. La zona que rodea a Melilla en dirección a al bosque de Tardif y Cazaza es muy densa en vegetación y muy conocida por los pinares plantados en la época del Protectorado español. Esta fotografía muestra lo que parece ser el inicio del incendio, muy localizado, pero bastante fuerte, por la densa humareda que lanza. El poniente moderado, aunque  muy seco, puede ayudar a que el incendio no sea demasiado importante.

El Nuevo Museo de Melilla


                  Decepción en el Nuevo Museo

        Muchas cosas va a haber que decir del Nuevo Museo de Melilla, que para empezar no se entiende el porqué no es Museo Provincial o Autonómico. Habrá que enterarse el porqué se le ha entregado la musealización a una empresa y no a la propia Consejería de Cultura. No se explica esa extraña división en tres partes, a saber: «Arqueológico, Sefardí y Amazigh», cuando todo es lo mismo y la cultura bereber está presente en Melilla desde los tiempos de Rusaddir. No se entienden muchísimas cosas, pero tiempo habrá de ir dando luz a todas.

                      Melilla islámica (siglos VIII al XV)

     Es la etapa histórica más larga de la historia de Melilla, repartida entre Omeyas, Almorávides, Almohades y Benimerines. Sin embargo, se la despacha con una sola estancia y todas la información histórica que se ofrece es la que se ve en la foto. Sin embargo, mi decepción fue grande cuando pude ver que en un Museo Municipal, se volvía a insistir en la «burda mentira» de que Melilla fue entregada por sus habitantes a los Reyes Católicos. Hay decenas de mentiras en esa sóla frase subrayada, la primera sería que Los Reyes Católicos desecharon la idea de conquistar la Ciudad de Melilla y lo hizo la Casa de Medina Sidonia.

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Y sin embargo, Melilla, fue conquistada

       Enrique Delgado

                  En 1998 publiqué una serie de 4 artículos  titulada “Una nueva visión de la conquista de Melilla” que se publicó los días 27 de septiembre, y el 4, 11 y 25 de octubre, en El Telegrama de Melilla, en los que cuestionaba en el fondo y en la forma, la actitud de los historiadores locales, que ante la evidencia histórica de la conquista de Melilla,  seguían cerrados en banda en la defensa del invento pseudo  histórico de “la res nullius” o tierra de nadie.

            El invento pretendía justificar que Melilla no había sido conquistada ni arrebatada a los musulmanes benimerines, bereberes, fesíes, guelayenses, tlemenceños  o a  cualquiera que la poseyese, porque yacía abandonada, completamente destruida y en estado desértico y en espera de ser conquistada por los españoles y esto último, que parece una digresión delirante, fue teorizado y plasmado por el Cronista Mir Berlanga, en una maravillosa cita hallada por mi amigo Carlos Esquembri. Dejo hablar al Cronista:    «Si Sevilla, Córdoba o Granada conservan huellas de los invasores árabes, en nuestra ciudad no dejó el Islam el menor recuerdo. NI un edificio, ni un monumento, ni una simple piedra labrada. Como si la Historia se hubiera complacido así en resaltar el sello español y cristiano de Melilla que se incorporó a Castilla dieciocho años antes que lo hiciera el Reino de Navarra”. La cita podría ser una anécdota de no haber sido porque la ideología que la sustenta, ha seguido  en pié hasta el umbral mismo de este artículo.

         En aquellas fechas dos libros habían cambiado mi percepción sobre la conquista de Melilla, el primero fue “No fuimos nosotros”, de Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de Medina Sidonia, en el que por 1ª vez mencionaba el Tratado de Tordesillas de 1494 y hacía referencia de la necesidad que tenía España de “procurarse las villas de Melilla y Cazaza”. Tras quedar sorprendido por la claridad de la cita y de la exposición, busqué en vano entre los historiadores locales ejercientes o ya fallecidos y ni en uno sólo encontré referencia alguna al Tratado de Tordesillas. En los artículos de 1998, mostré claramente mi asombro por el deliberado olvido de Tordesillas y en el 4º y último capítulo concluía: “La aparición de nueva documentación confirmará o no, algunas de las hipótesis esbozadas en estos artículos…..pero espero haber contribuido a  iniciar el sepultamiento de de 500 años de mentiras y de falsas historias acerca de La Conquista de Melilla”.

       La existencia del Tratado disolvía de un plumazo toda la línea argumental sostenida con encono por la historiografía local, es más dejaba claro de modo fehaciente e irrebatible que Melilla fue conquistada por el propio interés y voluntad de La Corona de España, que fue un acto muy premeditado,  muy pensado y muy bien preparado. Melilla es mencionada más de 10 veces en el Tratado.

      El otro libro que transformó completamente mi pensamiento y en donde ya aprecié la falacia deliberada sobre la que se asentaba todo el edificio de la tierra de nadie fue: “Los presidios españoles del Norte de África”, de Rafael Gutiérrez, en donde por primera vez se contaba que una pequeña parte de la población de Melilla, atemorizada ante la inminente conquista castellana, intentó negociar una entrega incruenta de la ciudad, cosa que no salió bien en un doble sentido, el primero e inmediato porque no consiguieron poner en almoneda a Melilla, el segundo porque con el correr del tiempo, los descendientes de aquellos primigenios traidores melillenses, serían expulsados de España en la definitiva expulsión de Los Moriscos en 1610.

     El año 1997, el del V Centenario hubiese sido un buen momento de darle un cambio a la historia de Melilla y empezar a comenzar a contar las cosas tal y como fueron, sin embargo las publicaciones fueron escasas y se siguió en la línea trazada por los ocultadores del pasado.

    En 2006 apareció el gran compendio de La Historia de Melilla, un libro sin cohesión interna y con unos altibajos enormes, en donde merece destacarse a José Manuel Cabo, Víctor Guerrero, Fernando López, Enrique Gozalbes, Vicente Moga y en donde ni un solo capítulo se denomina Melilla musulmana o Melilla islámica, pese a que indudablemente se habla de ese periodo, el más amplio de la historia de Melilla. Tampoco hay ningún capítulo dedicado a la conquista de Melilla ni a qué la motivó, ni como se llevó a cabo y por supuesto, no se menciona Tordesillas.

      El nuevo y deliberado olvido, me llevó a escribir y publicar en El Faro, 19/08/2006, un nuevo artículo titulado: “Melilla, 1497. Una conquista entre brumas”. En él insistía del modo más claro posible (sin éxito ninguno) en la necesidad de aclarar la fecha de la conquista, la dirección de La Armada, la duración de la conquista y volvía a reiterar la obligación ineludible de mencionar Tordesillas, como clave de bóveda de la política africana del Rey Católico.

En un último y desesperado intento por apuntalar el edificio ya arruinado y poco creíble de la “rex nullius”, apareció en 2008 “los Alguaciles” de Miguel Villalba, que fue recibido como la biblia de la no conquista de Melilla, la losa que cerraba cualquier debate ulterior sobre la anexión u ocupación. Melilla no sólo se había derruido a sí misma, como apuntara Mir Berlanga, sino que además, se había entregado entera, como objeto de cambalache, a la mayor gloria de Castilla.

Tras publicarse este libro (de indudable mérito pero erróneo enfoque),  y que fue exhibido ante el mundo entero, lancé la mayor ofensiva posible contra el supuesto día de Melilla publicando: “El día que nunca fue de Melilla, 17 de septiembre”, en el Faro y Melilla Hoy (13/09/2009) y el diario novelado de: “El día de La Conquista”, publicado en tres partes los días 18,19 y 20 de septiembre de 2009 en el diario El Faro.

El reconocimiento de que la conquista u ocupación de Melilla fue “un acto de Estado” por parte del profesor Carlos Gozalbes y la mención, ya sin ningún margen de duda o discusión al tratado de Tordesillas como desencadenante de la acción política y militar castellana, es un saludable hecho, que refrenda lo que algunos sosteníamos, en la soledad más absoluta, y falta de reconocimiento, desde hace 13 años. Queda mucho por hacer, pero este ya si es un punto sólido y verdadero de partida.